SOCIEDAD › UN LADRON SOLITARIO QUE QUISO ROBAR UN BANCO MANTUVO EN VILO LA CIUDAD

Tarde de rehenes en Lincoln

Entró armado cerca de las 15, pero al salir con el botín se topó con la policía. Entonces tomó de rehenes a las diez personas que estaban allí. Durante seis horas se resistió a entregarse, aunque fue liberando rehenes. Al final, la policía entró a la fuerza y lo detuvo.

Un hombre de unos 60 años ingresó armado a un banco del centro de la ciudad de Lincoln, asaltó las cajas y cuando se iba con el botín se topó con la policía que llegaba al lugar. Entonces decidió tomar como rehenes a diez personas que estaban allí. El hecho ocurrió en la sucursal del Banco Santander Río ubicada en esa ciudad del noroeste bonaerense y se extendió hasta la noche, cuando un comando especial de la policía entró por la fuerza. Inmediatamente, del lugar partió una ambulancia rumbo al hospital: al cierre de esta edición no se sabía si portaba al delincuente o al único rehén que hasta entonces permanecía retenido.

La calma que supone la hora de la siesta, con cielo libre de nubes y bajo el sol de un otoño atípico, se vio bruscamente interrumpida después del mediodía en Lincoln. Un hombre de aspecto bonachón y con boina –que aparentemente arrastraba una deuda de 200 mil pesos en Pergamino–, entró con un bolso a la sucursal del Banco Santander Río cuando faltaba poco para la hora de cierre. Se acercó a una caja, extrajo dos armas cortas y exigió todo el dinero de la jornada, sorprendiendo a todos por su serenidad. Cuando intentaba escapar, fue sorprendido por la policía. Entonces el ladrón mutó a captor, tomando como rehenes a diez personas, entre clientes y empleados. El hombre pedía irse del lugar con el dinero y se mostraba inflexible.

Se montó de inmediato un gigantesco operativo con la interrupción de calles a 200 metros a la redonda, y se evacuó y acordonó toda el área, incluido un jardín de infantes que está frente al banco. Una gran cantidad de vecinos se acercó hasta el centro para presenciar lo que ocurría, pese al cerco policial, aunque la policía exigió que se retiraran a sus casas y no salieran.

Hubo un gigantesco operativo junto a expertos de grupos de elite como Halcón y GEO. Cerca de las 16.30, el jefe de la Policía Bonaerense, Hugo Matzkin, llegó en helicóptero al lugar para comandar los pasos a seguir. La atención principal estaba puesta precisamente en los negociadores del grupo GEO y el accionar del Grupo Halcón. También había policías de otros distritos departamentales, como los de Junín y Chacabuco. El fiscal general de Junín, Juan Manuel Mastrorilli, viajó desde esa ciudad vecina junto al fiscal Javier Ochoaizpuro para seguir las alternativas del caso junto con la fiscal de Lincoln, Claudia Ezeiza. En tanto, el ministro de Seguridad de la provincia de Buenos Aires, Alejandro Granados, daba instrucciones desde Tres Arroyos, ciudad en la que se encontraba en ese momento.

Se presume que el delincuente eligió el último día hábil de la semana porque descontaba que el dinero de las cosechas depositado por los ruralistas de la zona sería mayor.

“Mi intuición es que debe haber pensado que era fácil. Una cuestión de desequilibrio emocional. Entró al banco cerca de las tres de la tarde. La vigilancia vio la acción y automáticamente encendió el alerta, quedando todos adentro. Es un hecho sorprendente”, dijo el intendente de Lincoln, Jorge Fernández.

El hombre primero liberó a dos empleadas y un cliente. Media hora después hizo lo propio con otras cuatro personas, y mantuvo de rehén sólo al custodio del banco. Otra empleada del banco permaneció todo el tiempo escondida en el baño y fue quien avisó por teléfono celular lo que allí ocurría. La negociación pintaba dura y tensa.

El ladrón aparentemente es un ex convicto de Pergamino cuyo rostro de perfil comenzó a circular a través de las redes sociales mientras liberaba al primer rehén. Aceptó dejar salir a la mayoría de los otros, pero mantenía amenazado a un custodio del banco. En tanto, las víctimas que iban siendo liberadas eran atendidas por médicos e interrogadas por los investigadores para obtener detalles del escenario dentro del banco y, sobre todo, el estado emocional del delincuente.

Se conformó entonces una mesa de crisis. Según los expertos, el 90 por ciento de estos casos se resuelve por persuasión. Un psicólogo atendía las razones del sujeto y buscaba tener empatía con él. El delincuente jamás perdió la calma: sólo exigía un auto para huir. No pidió comida, ni bebida y dejó todas las luces del banco encendidas a medida que caía la tarde. Durante más de seis horas se trató de convencer al delincuente de que depusiera su actitud, pero éste se negaba y la negociación a ratos se endurecía. Hasta que el GEO y el grupo Halcón hicieron detonar una bomba de estruendo e ingresaron por la fuerza al lugar. La calma que se había roto por la tarde, regresó a Lincoln ya entrada la noche.

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Se montó de inmediato un gigantesco operativo con la interrupción de calles a 200 metros.
 
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