SOCIEDAD › SERIA DESIGNADO EL COMISARIO EDUARDO COLACI
Un jefe para la Bonaerense
Por H. C.
El comisario general Eduardo Colaci es el candidato firme para ocupar la Secretaría General de la Bonaerense, el cargo que concentra mayor poder en la fuerza desde que la jefatura fuera dada de baja durante los primeros pasos de la reforma de Arslanian. La Secretaría General estaba vacante desde julio pasado, cuando el escándalo de Alberto Sobrado, sospechado del desvío de al menos 600 mil dólares hacia el exterior. Desde entonces, la Bonaerense fue un verdadero tembladeral, cruzada por una interna feroz que provocó el reemplazo de dos ministros (Juan Pablo Cafiero y Juan José Alvarez), la caída de cuatro comisarios generales y la investigación sobre 148 comisarios por enriquecimiento ilícito.
La posible designación de Colaci es una señal de normalización dada por el Gobierno. Señal errónea porque nada indica que algo haya cambiado: el propio gobernador Felipe Solá ayer ordenó investigar a los superiores del cabo primero Daniel “el Fantasma” Mansilla, acusado de haber baleado a Luis Tarragona en Wilde para robarle. “¿Cómo es que sus superiores no sabían quién era Mansilla?”, se preguntaba Solá. La respuesta debería ser otra pregunta: ¿Cómo creer que no lo saben?
El sillón de la Bonaerense es codiciado porque representa no sólo el pináculo de la cadena de mandos, sino también el vértice de la cadena de cobros, según reiteradas denuncias de policías y ex policías (caso Fiori, por ejemplo), políticos, legisladores, periodistas, causas judiciales y del vasto runrún popular. La caída de Sobrado dejó vacante su cargo y se desató la interna. En ese momento, eran nueve los comisarios generales que podían aspirar a reemplazarlo. Eduardo Colaci, en ese momento subcoordinador general de Operaciones (virtual segundo jefe); Ernesto Lamardo, actual jefe de Institutos de Formación; Carlos Pérez, director de Narcotráfico, y hombre de Claudio Smith; Héctor Díaz, quien llegaba de Bahía Blanca para ocupar el cargo de director general de Operaciones de Seguridad (jefe de todas las Departamentales); Horacio González, que terminó como jefe de la policía Vial; Miguel Pérez, jefe de la Caja de Jubilaciones, en reemplazo de Colaci, y los tres delfines Julio Frutos, Claudio Smith y Angel Casafús.
Podría decirse que la interna se dirimía entre estos tres últimos. Frutos, recordado por su carta pública cuestionando a Duhalde tras la masacre del Puente Pueyrredón; Smith, hombre de la Maldita, cercano a Mario Naldi, protegido de Duhalde; y Casafús, ex DDI de Mercedes, ex jefe de la Brigada Antisecuestros y por entonces jefe de todas las DDI. Los tres tenían poder. Pero quedaron en el camino. Frutos fue incluido en la investigación por enriquecimiento ilícito. Smith fue procesado por poner trabas a la investigación de una banda. Y Casafús, por propia inercia, tras ser acusado por el padre de Pablo Belluscio como responsable de no haber hecho nada en resolver el secuestro de su hijo. Con tantos nombres fuera de danza, el lugar quedó vacante.
Entretanto, Colaci quedó en el sillón segundo, pero a cargo del primero. Venía de ser nombrado como director de la Caja de Jubilaciones, un área que en los papeles es un paso previo al retiro. Es un policía de escritorio y no de calle. Y un hombre ideal para ser conducido. Es probable que esas cualidades lo lleven al sillón mayor.