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Enfrentamientos entre grupos rivales en las cárceles de Brasil dejaron al menos 18 muertos. Según las autoridades la guerra desatada marca el fin de la tregua entre el Comando Vermelho (CV, comando rojo), que tiene el control del narcotráfico en Río de Janeiro, y el Primer Comando de la Capital (PCC), que domina San Pablo y el sur del país.

La violencia desatada tiene como marco político, la campaña electoral de cara a la segunda vuelta de las elecciones para elegir alcalde en Río de Janeiro y la renuncia, hace una semana, del secretario de Seguridad Mariano Beltrame, autor de la política de pacificación de las favelas.

Las hostilidades comenzaron el domingo, durante el horario de visita de los familiares en la Penitenciaría Agrícola Monte Cristo en Boa Vista, capital de Roraima, estado fronterizo con Venezuela y Guyana. Una cárcel en la que 1100 presos conviven en un espacio para 600.

Los miembros de una de las bandas invadió el pabellón donde se encuentran sus rivales y retenido a los familiares que estaban de visita. La batalla duró diez horas y terminó con diez muertos. Siete fallecidos fueron decapitados y otros quemados vivos.

Ayer, otros ocho presos murieron durante un incendio provocado en la Penitenciaria Regional Enio dos Santos Pinheiro, en la capital, Porto Velho, del estado de Rondonia, fronterizo con Bolivia. Los grupos rivales habrían comenzado una pelea que incluyó el incendio de un colchón cuyo humo causó la muerte por asfixia de ocho de los involucrados.

El Comando Vermelho tiene a su jefe, Fernandinho Beira Mar, en una prisión de máxima seguridad en Mossoró, Rio Grande do Norte, en el extremo noreste de Brasil. Mientras que el jefe del PCC es Marcos Willians Camacho, Marcola, quien en 2006 lanzó una serie de ataques que mataron a 41 policías y penitenciarios en San Pablo, está recluido en la cárcel de máxima seguridad en el interior paulista.