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“Profundo malestar” causó en el Gobierno las declaraciones del obispo castrense, Antonio Baseotto, quien –parafraseando al Evangelio– manifestó que la penitencia que merecía el ministro de Salud, Ginés González García, por estar a favor del aborto y repartir preservativos, sería “que le cuelguen una piedra de molino en el cuello y lo tiren al mar”. Con el mismo malestar que esas declaraciones produjeron en el Presidente de la Nación y varios miembros del Gabinete, el ministro de Defensa, José Pampuro, convocó al religioso a una reunión para expresarle personalmente su posición frente a esos dichos cuya “gravedad se acentúa teniendo en cuenta la historia reciente por la que tuvo que pasar nuestro país”, sentenció el funcionario a través de un comunicado.
Pampuro –que además de renegar con valijas y brigadieres ahora deberá lidiar con la Iglesia– reveló “el malestar que produjeron unas declaraciones que, lejos de llevar un mensaje de paz y armonía a las Fuerzas Armadas, incentivan los desencuentros con alegorías poco felices y connotaciones muy fuertes para los argentinos”.
Pero el polémico mensaje de Baseotto no fue el primero que molestó al Gobierno. Una fuente de la cartera de Defensa recordó a este diario que “durante una ceremonia en la que se despedía a un contingente de soldados que viajaban a Haití, presenciado por familiares y funcionarios, el obispo no tuvo mejor idea que levantar el ánimo de la tropa diciéndoles: ‘Sabemos que ustedes se van a un lugar difícil y algunos no van a volver...’”.
La fuente, además, reconoció que no se puede tomar una decisión contra el obispo “porque ésa no es una atribución que tenga el ministro”. Pero tampoco está claro quién debería resolver algo –si es que hubiera algo que resolver–, si la Iglesia argentina o el mismo Papa, quien dispone el destino de los obispos. Consultado por este diario, un vocero del Episcopado evitó un pronunciamiento y prefirió esperar los resultados de la reunión de mañana. No obstante adelantó que “difícilmente los obispos se pongan a opinar sobre lo que diga alguno de sus pares”.
La voz de Pampuro no fue la única que sonó. Hilda “Chiche” Duhalde calificó de “fachistas” las declaraciones del obispo y, conociendo las reacciones de Néstor Kirchner, estimó que “creo que no está en poder del Presidente sacarlo del lugar (al religioso) pero si pudiera, creo que lo haría porque es terrible lo que ha dicho. Lo más grave es que su expresión fue ofensiva para todos los católicos”. La esposa del ex presidente aclaró “no estoy a favor del aborto, como sé que no está Ginés”. El ministro había sido explícito en favor de la despenalización de esa práctica durante una entrevista con Página/12. En medio de la polvareda, el teléfono de la sede religiosa de Baseotto no fue atendido. Una voz grabada informaba que el “obispado castrense no está disponible”.