SOCIEDAD › LA SAÑA DEL CRIMEN HACE
PENSAR EN UN MENSAJE DE CORTE MAFIOSO

Sospechas detrás de las sospechas

La cantidad de puñaladas y la saña para los investigadores es indicio de algo más que el mero intento por cobrar un rescate. La hipótesis gira en torno al negocio de las drogas. La fiscalía de Dolores intenta determinar si en el crimen hubo un quinto cómplice.

 Por Horacio Cecchi

Mientras que los primeros indicios parecían cerrar el asesinato de Mauricio Ponce de León en torno de los cuatro jóvenes detenidos, a 100 kilómetros de Chascomús, en los tribunales de Dolores, la fiscalía de Eduardo Campos Campos avanza sobre sospechas que distan mucho de considerar al caso técnicamente cerrado. Y lo que no cierra a los investigadores, por el momento, es la saña con que fue asesinado Mauricio y la sospecha de que fueron más de cuatro los que participaron en el plan macabro y en el crimen. La saña, porque una línea de investigación analiza si se trató de algún tipo de vendetta, aunque no se sepa por qué ni como señal a quién. Y la existencia de un quinto personaje, porque con el rompecabezas tal como está ahora las personalidades de cada uno de los detenidos no terminan de adecuarse a semejante crimen. En medio de todo sigue dando vueltas la idea de que, sin saberlo, Mauricio se había sentado sobre un avispero.
“Matías (Bustingorri) y el Colo (Torrado) eran abonados al All Sports. Del primero, sobre todo, no se puede decir nada bueno”, dijo un vecino del bar de la planta baja del Club de Empleados, sobre la avenida Libres del Sur y Soler, en pleno centro de Chascomús. La versión repetida una y otra vez en tono de murmuración por muchos vecinos, y los antecedentes penales por robos, cuelgan como un sayo a Bustingorri en el papel de principal responsable del crimen. Es cierto que, por eso mismo, Bustingorri es a quien con mayor facilidad se puede acusar. El caso empieza a mostrarse mucho más complejo que lo que parecía ser. Por empezar, ninguno de los cuatro acusados se reconoció culpable, aunque declararon estar enterados.
Mientras desde los tribunales de Dolores aseguran que los investigadores van por más, en Chascomús la policía está convencida de que el caso está resuelto. Es más, desde ese costado de la investigación, dos de los cuatro acusados no deberían quedar detenidos. En la comisaría 1ª local, el hermetismo va haciendo de las suyas, pero todo parece indicar que desde ese punto de vista, de exculpar a alguien se exculparía a quienes quedaron en la mira pública por sus antecedentes penales. “Si los sueltan, se van a tener que ir de la ciudad”, señaló una fuente de la investigación. ¿Los otros dos? “Están hasta las manos”, sugirió la fuente sin explicar por qué.
La visión desde la fiscalía es diametralmente opuesta. Según los peritos, Mauricio fue atropellado con su propio auto, lo que se probaría con la rotura de los vidrios de uno de los focos y algún bollo en el paragolpes. Luego recibió una treintena de puñaladas, con un cuchillo de hoja afilada y otro de punta redonda, cuyas huellas primero se confundieron con una bala. Se sabe que Mauricio no fue asesinado en el lugar donde se encontró su cadáver. Las armas no fueron halladas aún. Tampoco el lugar donde se cometió el crimen. Fuentes oficiales mencionaron que el tipo de tajos parece indicar una saña que no se condice con un asesinato común sino que tiene una carga emocional por demás llamativa.
Esa deducción pericial empuja a la fiscalía a la búsqueda de motivos que no se limitan tan sólo a la tentadora indemnización cobrada por el desgraciado joven. Es entonces que aparecen las sospechas sobre un quinto personaje y la idea de que la compra del club por parte de Mauricio pudo tener algo que ver en el crimen, como anticipó ayer Página/12. Esta hipótesis, por supuesto, no implica que el club en sí mismo y la operación de compra en remate judicial tengan que ver en el asunto. El propio presidente del Club de Empleados, Rubén Bricio, aseguró a este diario que “el pobre chico no tiene ninguna culpa en la situación del club. El compró en un remate. Y como lo hizo él lo podría haber hecho cualquier Juan Pérez que tuviera la plata”. La historia del club, según relató Bricio, viene desde 1919, cuando fue fundado como club sindical de los empleados de comercio y que en 1926 se incorporaron los patrones. Ese año adquirieron el inmenso predio de Libres del Sur, de 450 metros cuadrados en cada una de sus tres plantas.
El CEC supo tener 600 empleados. Ahora son menos de 150. La cifra alcanza para explicar la caída económica, pero no los motivos del remate. Según Bricio, “Juan Manuel Tobes, un desconocido para nosotros, reclamó entre el ’96 y el ’98 ante un juzgado de La Plata una hipoteca por valor de 60 mil dólares. Nosotros no la reconocimos. Incluso hicimos una denuncia penal y presentamos como prueba que la escritura estaba en nuestro poder. Pero el juzgado de la hipoteca siguió adelante. El 22 de diciembre de 2003 se remató y el chico por medio de un familiar puso la plata y lo compró”.
Del mismo modo, Mabel Ponce de León, la tía de Mauricio en cuya casa de Grito de Dolores al 600 vivió el joven, descartó que el club tuviera alguna vinculación con el crimen. “Esa gente no tiene nada que ver –dijo Mabel a este diario–. Y desmiento lo de las amenazas. Nadie amenazó directamente a Mauricio. Lo están ligando porque el lunes 21 nos dieron la posesión y al sábado siguiente lo mataron. Nosotros teníamos miedo y le advertíamos de que tuviera cuidado, pero era porque su estilo de vida había cambiado y eso se notaba. Pero él era muy ingenuo.” Mabel admitió que una vecina y una amiga habían advertido de que tuvieran cuidado. “Se basaban en rumores, el correveidile de un pueblo. Nada concreto. ¿Acaso creen que, si hubiéramos sabido algo concreto, hubiéramos dejado de hacer algo para cuidarlo?”.

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Pablo Brandoni, el mejor amigo de Mauricio, fue quien dio los primeros datos. Está detenido.
 
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