SOCIEDAD › CUATRO MUERTOS AL CAER UN HELICOPTERO MILITAR
La tragedia viene del cielo
Es el tercer accidente protagonizado por naves de la Fuerza Aérea en 50 días. Fallecieron un capitán, un suboficial y dos cadetes de 20 y 22 años que venían de un lugar de entrenamiento.
Durante las comunicaciones previas, el piloto no había mostrado ninguna señal de alarma. El tiempo era bueno para volar y –según la Fuerza Aérea– la nave estaba en buenas condiciones. Pero cuando estaba a poco de aterrizar, el helicóptero Hugges 500 H-36 cayó dentro del predio de la Escuela de Aviación Militar de Córdoba y sus cuatro ocupantes murieron. Un día antes, en la localidad de Río Cuarto, había caído otro avión militar cuyo piloto se salvó al lograr eyectarse de la nave unos segundos antes del impacto. Guillermo Lozada, vocero de la Fuerza Aérea, señaló ante Página/12 que se trata de “accidentes de características distintas; hay que actuar con prudencia y no hacer conjeturas”, hasta que estén disponibles los resultados de las pericias. No obstante, descartó que la serie de incidentes se hubiera producido por falta de mantenimiento.
Las personas fallecidas fueron el capitán Federico Marta Barragán, de 34 años, y el suboficial auxiliar y mecánico José Luis Martínez, de 32, además de dos cadetes de esa institución: Roxana Martínez, de 20, y Pablo Valente, de 22. El helicóptero en el que viajaban era destinado a tareas de enlace. Curiosamente, el día anterior había trasladado a Río Cuarto a los miembros de la Junta de Investigación de Accidentes, encargados de dilucidar las causas de la caída del otro avión.
Los dos cadetes habían estado realizando tareas de supervivencia en el cerro Champaquí, un lugar que habitualmente se utiliza para ese tipo de entrenamiento. Habían llegado a la zona con todo el contingente de segundo año de la Escuela de Aviación Militar, por vía terrestre, pero debieron retornar antes de lo previsto. Según contó Lozada, Pablo tenía un problema en una mano y volvía para ser atendido por un médico. A Roxana le había llegado la noticia de la muerte de su abuela en medio de la instrucción e iba a preparar sus cosas para reunirse con su familia en Paraná, Entre Ríos.
El helicóptero Hugges 500 cayó a las 12.10 en la cabecera sur de la pista. “Estaba en la etapa de aproximación final para aterrizar y previamente se habían realizado todas las comunicaciones habituales”, comentó el vocero de la fuerza.
También afirmó que el día se presentaba “bueno para volar, no había obstáculos meteorológicos”. Pero la nave cayó “por algún motivo” que aún falta establecer. “Por ahora no hay hipótesis”, confirmó. La Junta de Investigación ayer estuvo trabajando en el lugar del hecho: “Las pericias siguen realizándose, han hecho un vallado de la zona para conservar estéril el lugar”, detalló Lozada.
El pasado 6 de julio, un Douglas A-4R con asiento en la V Brigada Aérea de Villa Reynolds, San Luis, se estrelló en la localidad de Justo Daract y su piloto murió. El miércoles, 18 kilómetros al sur de Río Cuarto, cayó una nave del mismo tipo, pero el piloto se salvó al eyectarse del avión poco antes del impacto. Consultado acerca de esta secuencia de accidentes, Lozada fue cauto. “Hay que esperar los resultados que obtenga la junta –manifestó–. Los accidentes son de características distintas, por lo tanto hay que actuar con prudencia, no apurarse, no hacer conjeturas y esperar los resultados” obtenidos por los técnicos.
Asimismo, Lozada señaló que las tareas de mantenimiento se realizan “de acuerdo con estándares muy rigurosos”. En este sentido, reveló que “hay ciclos de inspección obligatorio, en cumplimiento con lo que fija el manual de la fábrica de la aeronave. “Si la revisión lo indica, se cambia la pieza que sufre cansancio de material. Pero si la pieza faltara, porque no hay en existencia, la nave queda en pista sin poder volar.” También dejó en claro que la Fuerza Aérea no tiene problemas con el presupuesto en cuanto a la inversión que se destina al mantenimiento.