SOCIEDAD › UN JUEZ LLEVO AL MUSEO DEL HOLOCAUSTO A TRES CHICOS SKINHEADS
Encuentro cercano con el horror
Son los tres adolescentes que persiguieron a un chico judío en Belgrano y fueron acusados por la policía de ser “cabezas rapadas”. El juez Daniel Rafecas ordenó la visita como medida procesal. Les dio una clase especial. Y notó que desconocían la magnitud de las atrocidades nazis. Le pedirán disculpas por escrito al agredido.
Por Mariana Carbajal
En una resolución inédita, el juez federal porteño Daniel Rafecas dispuso que los tres jóvenes que una semana atrás fueron detenidos por amedrentar a un adolescente judío hicieran una visita guiada al Museo del Holocausto de Buenos Aires. El magistrado constituyó el juzgado en la institución y se ocupó en persona de encabezar el recorrido por la muestra y darles a los chicos una clase especial sobre la historia del antisemitismo, el racismo y el exterminio de judíos durante el nazismo. “Es una medida ejemplar, sobre la cual no conozco antecedentes”, destacó el presidente de la DAIA, Jorge Kirszenbaun (ver aparte).
La visita se hizo el lunes y tuvo sus frutos: al finalizar la charla surgió espontáneamente de los tres pedirle disculpas al chico que habían agredido, contó a Página/12 una fuente del juzgado. El objetivo de Rafecas fue que los tres jóvenes (uno de 16 años y dos de 17) “entendieran la enorme sensibilidad que hay detrás de un insulto a alguien por determinada condición y tomaran conciencia de lo hiriente del trato que le dispensaron al muchacho judío”, agregó la fuente. La orden de visitar el Museo del Holocausto la impartió el magistrado, teniendo en cuenta la Ley 22.278 que establece el Régimen Penal de la Minoridad y que lo habilita a imponer “medidas educativas” para “ayudar al chico en su vida, haya cometido o no un delito”. Los tres están imputados del delito de amenazas agravadas por la Ley Antidiscriminatoria. “Lejos de adoptar una medida represiva o que los estigmatice, el juez evaluó que lo más adecuado era disponer una medida educativa, sobre todo porque los chicos no resultaron ser lo que la policía había instalado en los medios que supuestamente eran: no son skinheads, ni siquiera tienen el pelo rapado. Uno de ellos tiene cierta inclinación hacia las ideas neonazis o antisemitas y los otros dos resultaron ser sus compañeros de correrías”, informó la fuente.
La agresión ocurrió el miércoles 17 de agosto, en el barrio de Belgrano. Del relato de la propia víctima ante el magistrado surge que fue hostigado, insultado con frases antisemitas, patoteado, pero que no sufrió amenazas de muerte. El adolescente tiene 15 años, es hijo de un rabino y llevaba una kipá. Sus tres agresores fueron detenidos el mismo miércoles y permanecieron presos e incomunicados hasta el viernes 19, cuando el juez les otorgó la excarcelación, después de que declararan y mostraran arrepentimiento. La semana próxima, Rafecas resolverá su situación procesal.
Impresiones
“Los tres chicos estaban muy callados, muy conmovidos, como que no les alcanzaban los ojos para ver y los oídos para escuchar”, describió a este diario Graciela Jinich, directora ejecutiva del Museo del Holocausto. Rafecas le pidió el mismo lunes autorización para constituir ese día, por algunas horas, el juzgado federal en el antiguo edificio reciclado de la vieja Compañía Italo Argentina de Electricidad, en Montevideo 919, donde funciona el museo. El magistrado concurrió al lugar acompañado por dos secretarios y un escribiente del tribunal.
Rafecas es un asiduo visitante del museo: estudioso de la historia del racismo y el antisemitismo, no sólo suele consultar la biblioteca sino que desde hace unos dos años cada cuatrimestre lleva allí a sus alumnos de la Cátedra de Derecho Penal que dicta en la Facultad de Derecho de la UBA. La orden de visitar el museo quedó asentada en el expediente judicial. El juez les permitió a los jóvenes concurrir acompañados por sus padres. Dos fueron con sus mamás y uno con su papá. Para los tres adolescentes era la primera vez que ingresaban a una institución judía. “Les llamaron la atención las fotos de la muestra. ‘¡Qué bárbaro!’, me dijo uno de ellos, impresionado por la crudeza de las imágenes”, comentó a Página/12 una de las madres que participó de la visita guiada. El nombre de la mujer, que es testigo de Jehová, se mantiene en reserva del mismo modo que el del resto de los adultos para preservar la identidad de los adolescentes imputados en la causa.
La exposición permanente del museo es un recorrido histórico sobre el ascenso del nazismo al poder, el estallido de la Segunda Guerra Mundial, y la persecución y el exterminio de los judíos, con fotografías, reproducciones de diarios y objetos que pertenecieron a víctimas y sobrevivientes del Holocausto. También refleja la historia de los judíos y del antisemitismo en la Argentina. Dos de las fotos más estremecedoras corresponden a una fosa repleta de huesos de personas asesinadas en las cámaras de gas de un campo de concentración y a una montaña enorme de zapatos de las víctimas. Hay otra fotografía donde se ve a judíos obligados a fregar las veredas ante la mirada los transeúntes: es de 1938, tomada en la ciudad de Viena.
A lo largo de la charla impartida por el juez, que se extendió por algo más de una hora, los tres jóvenes se enteraron de las leyes raciales que afectaron a los judíos en Alemania a partir de 1935 y que, por ejemplo, los excluyeron de la ciudadanía alemana, les impidieron los matrimonios con arios. Y más adelante, en 1938, los expulsaron de las escuelas, les prohibieron asistir a cines y teatros, les revocaron las licencias de conducir y hasta tener pájaros; hasta que, a partir de 1941, los obligaron a llevar la estrella amarilla en su ropa. También vieron la vestimenta que debían llevar en los campos de concentración: apenas una camisa y un pantalón liviano, cuando la temperatura podía llegar a 25 o 30 grados bajo cero.
“Los jóvenes se detenían en las imágenes, en los objetos, en los diarios y formulaban preguntas al magistrado, preguntas muy básicas que mostraban un marcado desconocimiento del tema, de la cantidad de muertos, de lo que fue el nazismo”, relató a Página/12 un testigo de la visita. “Estaban sorprendidos por el papel del antisemitismo en la Argentina. Los tres se mostraron muy abiertos y manifestaron su deseo de pedir disculpas al chico agredido”, agregó. Las disculpas se las presentarán por escrito.