SOCIEDAD › SIN PISTAS POR EL TRIPLE CRIMEN EN EL LABORATORIO DE CIPOLLETTI
La bioquímica murió de un balazo
Las pericias confirmaron que Mónica García recibió un balazo en la cabeza, además de nueve puñaladas. El único detenido no sería el asesino, pero podría conocerlo. Ayer hubo velatorios múltiples. La única sobreviviente sigue estable, pero delicada.
La bioquímica Mónica García, de 28 años, una de las víctimas del nuevo triple crimen de Cipolletti, recibió un balazo en la cabeza, además de las nueve puñaladas que tenía sobre el pecho, el abdomen y la espalda. Los investigadores creen que el arma, que podría ser calibre 22, fue utilizada por el asesino para amenazar a sus víctimas mientras las ataba y amordazaba en los momentos previos al múltiple homicidio. La existencia del balazo fue la novedad más importante, mientras que está prácticamente descartado que Orlando “El Clavo” Sandoval, el único detenido, haya sido el autor de la masacre. Seguía detenido ayer, sólo porque todavía se piensa en la posibilidad de que tenga conocimiento de la identidad del criminal, al que podría estar encubriendo. Anoche, luego de la entrega de los cuerpos, toda la actividad en Cipolletti se centró en torno del velatorio de las víctimas. El luto se extendió por toda la ciudad. Para hoy se espera que una multitud concurra al sepelio en el cementerio local.
La fiscal Alejandra Berenguer confirmó ayer que una de las víctimas tenía un balazo en la cabeza, según se desprende de los resultados preliminares de la autopsia. “Es un arma de puño, pero por el momento me reservo dar a conocer el calibre utilizado”, sostuvo Berenguer en una breve conferencia de prensa. La fiscal confirmó que ninguna de las víctimas sufrió agresión sexual, que no hubo robo alguno y que en el laboratorio había “muy poco desorden”, lo que confirma que el criminal tenía toda la situación bajo control cuando decidió matar a las mujeres.
Al parecer, la primera en ser atacada habría sido Mónica García, luego le siguieron la psicóloga Carmen Marcoveccio, de 30 años, y la paciente Alejandra Carbajales, de 40. Como se había dicho, la última en ser atacada fue Ketty Bilbao, de 70 años, quien ayer seguía internada en terapia intensiva, aunque estaría fuera de peligro. La mujer es asistida por un respirador artificial en razón de las gravísimas quemaduras que sufrió cuando el criminal le arrojó ácido acético sobre el rostro, como había hecho antes con las otras víctimas. El ácido estaba en el laboratorio donde ocurrieron los hechos, ya que es un material que se utiliza en forma cotidiana.
Fuentes de la investigación confirmó que las cuatro mujeres tenían atadas las manos a la espalda. El criminal utilizó los cordones de las persianas americanas que hay en el local. También las amordazó con tela adhesiva. Durante la búsqueda del autor del crimen, la policía encontró parte del manojo de llaves que había tomado el asesino, quien antes de escapar había cerrado por fuera la puerta de acceso al laboratorio de análisis clínicos y el consultorio de la psicóloga Marcoveccio.
La fiscal Berenguer admitió que hay varios testigos, además de la hija de Ketty Bilbao, de nombre Bettina, quien llegó incluso a intercambiar un par de palabras con el joven que habría cometido el triple crimen y que escapó en una bicicleta. La fiscal también reconoció que ninguno de ellos alcanzó a ver, con total claridad, el rostro del hombre que estaba escapando. “Tenemos datos sobre su contextura física, la ropa que vestía y sus características generales, pero la esperanza está puesta en todo lo que pueda aportar a la causa la señora Bilbao”, dijo Berenguer.
La primera en morir fue la psicóloga Carbajales, quien falleció casi de inmediato. Las otras tres víctimas seguían con vida cuando llegó la policía, pero dos de ellas murieron poco después. El hombre buscado por toda la policía de Río Negro tiene entre 20 y 25 años, una altura aproximada de 1,70 metro, es morocho y circulaba en una bicicleta tipo todo terreno. En las últimas horas, por la psicosis que provocó el caso, se produjeron no menos de diez detenciones de presuntos sospechosos. El único elemento coincidente era que iban en bicicleta.
El juez Juan Torres, que se mantiene en absoluto silencio, todavía no le tomó declaración al único detenido. Al parecer, estaría dudando sobre si lo tiene que indagar como imputado o tomarle declaración apenas como simple testigo. Hay dudas sobre si lo detuvieron en la casa, llevados por los perros entrenados para detectar el olor al ácido o si lo apresaron,como al resto, porque iba en bicicleta. Lo único que lo diferencia es que Sandoval tiene antecedentes delictivos.