SOCIEDAD › CIPOLLETTI VUELVE A MARCHAR CONTRA LOS CRIMENES

Sólo sombras en la pesquisa

Las calles de Cipolletti volverán hoy a ser el lugar donde se combate contra el silencio que cubre los crímenes ocurridos hace justo una semana en la ciudad. Después de un día casi sin novedades en la investigación, los vecinos se convocaron para reclamar por el “esclarecimiento de todos los asesinatos y el castigo de los culpables”. Los familiares de las víctimas de los anteriores homicidios, junto a los sindicatos, los centros de estudiantes, la Coordinadora por los Derechos Humanos y una marea de cipoleños acostumbrados a protestar por la impunidad que reina en la ciudad donde la única certeza es el miedo se concentrarán en la Plaza de la Justicia. Ayer, las palabras del cuestionado juez Pablo Torres no alcanzaron a calmar los caldeados ánimos que preceden a la marcha.
“Nadie les cree que tengan algo que los acerque al esclarecimiento. Esto se parece más a una caza de brujas”, le dijo ayer a Página/12 Susana González, la madre de María Emilia y Paula, dos de las tres jóvenes asesinadas en 1997.
“Seguimos buscando al sospechoso”, fue la frase más contundente que el juez Torres dijo ayer a las 18 en su habitual reunión con los periodistas. Hoy a esa hora, la misma a la que está pactada la ronda de prensa diaria, los cipoleños estarán marchando con el gobierno provincial, el local y la Justicia en la mira. El descontento se debe a que la investigación del asesinato de la psicóloga Carmen Marcovecchio, su paciente Alejandra Carbajales y la bioquímica Mónica García parece entrar en una meseta parecida a la que se produjo después de que fueron masacradas las jóvenes Verónica Villar y sus amigas, las hermanas González. En aquel momento, noviembre del ‘97, los primeros detenidos por el caso resultaron ser dos lúmpenes utilizados como chivos expiatorios por la policía, que continúa siendo acusada de encubrimiento.
Ayer, cuando el juez Torres terminó de contestar con respuestas ambiguas a los cronistas, le dio paso a Juan Widner, el esposo de Mónica García. “Por favor, que quienes vieron algo se presenten ante la Justicia y colaboren”, imploró. Se refería sobre todo a dos automovilistas que casi chocaron con el asesino cuando escapaba de la escena del crimen en una bicicleta. El homicida se cayó y perdió el frasco en el que llevaba el ácido acético con el que quemó a sus víctimas. Ese frasco fue enviado al Instituto Balseiro para que sea analizado. Se sospecha que en él quedaron las huellas dactilares del hombre que atacó a las tres asesinadas y a la sobreviviente, Ketty Bilbao.
La mujer, de 71 años, se recupera de las heridas que recibió, pero aún no puede hablar y declarar ante el juez Torres. Mientras tanto, los investigadores intentan terminar un identikit del psicópata. El problema es que su identidad sigue siendo un confuso dilema. Después de haber dicho que se buscaba a un ex paciente de la psicóloga, David Sandoval, el juez salió a desmentirlo. Y ayer volvió a cambiar: no quiso afirmar ni negar si es Sandoval el hombre que rastrean. Lo que sí dejó claro es que concentra la investigación en los dos únicos detenidos e imputados del caso: Orlando “El Clavo” Sandoval y su vecino Juan Villar, señalados por las perras entrenadas de la policía.

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