Viernes, 28 de abril de 2006 | Hoy
SOCIEDAD › INAUGURAN LA PRIMERA PLANTA DE SEPARACION DE RESIDUOS EN LA CIUDAD
El lunes se inaugura en el Bajo Flores la primera planta de clasificación y acopio de materiales para reciclar. Fue instalada por el gobierno porteño y será gestionada por una cooperativa de cartoneros. El objetivo es reducir la generación de basura, en el marco de la Ley de Basura Cero.
A partir del lunes, la ciudad de Buenos Aires tendrá en funcionamiento su primera planta de separación de residuos. Estará ubicada en un predio público en el Bajo Flores y será gestionada por una cooperativa de cartoneros. Hasta allí llegarán, todos los días, los camiones con bolsas de basura ya separada en origen, en grandes edificios de la ciudad y en oficinas públicas. Y los recuperadores los clasificarán para luego acopiarlos y venderlos para el reciclado. La planta tiene capacidad para procesar diariamente 100 toneladas de residuos, de las 4200 que se generan todos los días en la ciudad. Esas 100 toneladas no serán enterradas en los rellenos sanitarios del Gran Buenos Aires: serán aptas para reconvertirse en nuevos materiales mediante el reciclado. “Es el primer paso efectivo hacia el modelo de tratamiento de residuos que establece la Ley de Basura Cero”, dijo el jefe de Gobierno, Jorge Telerman. En efecto, se trata de la primera planta sobre un total de cinco que deben construirse en la ciudad en un plazo de dos años.
La Planta de Clasificación y Acondicionamiento de Materiales Reciclables está ubicada en la avenida Varela y Janner, detrás de la cancha de San Lorenzo, en un edificio que fue construido por el intendente de facto, Osvaldo Cacciatore, para la incineración de residuos y que poco después quedó inactiva porque la actividad fue prohibida.
La instalación de la planta separadora demandó más de cinco años y una inversión superior al millón de pesos. La ciudad tuvo a su cargo la refuncionalización del galpón, así como la compra y la instalación de la maquinaria. Será operada por la Cooperativa Ecológica de Recicladores del Bajo Flores (Cerbaf), integrada por 38 cartoneros.
La máquina consta en lo esencial de una tolva, por donde se introducen las bolsas de basura, y una cinta, por donde circulan los materiales. “Un mecanismo rompe las bolsas y, a cada lado de las cintas, los operarios se ocupan de separar cartones de botellas de PET (plástico) y de vidrio. Antes, un imán atrae los materiales con hierro y al final se clasifican los de plásticos, aluminio y demás”, explicó el ministro de Medio Ambiente, Marcelo Vensentini, bajo cuya responsabilidad está el funcionamiento del sistema.
La cinta está en una planta alta y debajo hay una hilera de contenedores donde van a parar los materiales separados. El equipamiento se completa con una prensa y una enfardadora, útiles para compactar y sujetar los materiales clasificados. En una próxima etapa, la planta será dotada de equipos para fabricar pasta de papel y para moler los envases de PET, con el fin de agregar más valor a los productos.
La separación de residuos es uno de los pasos clave para la recuperación de materiales descartados por los vecinos y su reciclado, de manera de reducir la basura que se destina a rellenos sanitarios. Ese es el fundamento de la ley 1854, de Basura Cero, sancionada el año pasado por la Legislatura porteña, a propuesta de Greenpeace, y promulgada por el Ejecutivo de la ciudad en enero último. La norma obliga al Estado a promover la disminución de la generación de residuos en la ciudad en forma paulatina, hasta llegar en 2012 a la mitad de lo que se produce hoy.
Los materiales que llegarán a la planta son producto de la recolección diferenciada que se hace en los edificios con más de 20 pisos, en las escuelas y hospitales de la ciudad, en los hoteles de cuatro y cinco estrellas y en la zona de Puerto Madero. Esos son los únicos lugares de la ciudad donde, por contrato, se hace separación en origen entre residuos secos y húmedos. Ese procedimiento se viene realizando desde hace casi un año y los materiales obtenidos, hasta ahora, eran enviados al galpón de otra cooperativa de cartoneros, El Ceibo, en el barrio de Retiro. Ahora, cuatro de las cinco empresas contratadas para la recolección de basura en la ciudad llevarán estos residuos secos a la nueva planta, mientras que la quinta, Cliba, seguirá abasteciendo a El Ceibo.
De acuerdo con el contrato del servicio de Higiene Urbana, cada una de las cinco empresas debe construir un “centro verde” similar al que se inaugura el lunes. “Cliba va a construir el de El Ceibo, en Retiro, y Níttida hará otro en Villa Lugano, que será operado por la cooperativa Reciclando Sueños”, informó Vensentini.
La cooperativa del Bajo Flores firmó un contrato de comodato para el uso de las instalaciones por cinco años a partir del lunes. El uso del predio será sin cargo y durante el primer año, los servicios de electricidad, agua y gas natural serán pagados por el gobierno porteño.
El Estado también aportará un supervisor y un responsable técnico. “Mi función será supervisar las condiciones de seguridad e higiene, por un lado, y por otro, mantener un vínculo con las instituciones de la zona”, explicó a Página/12 Roberto Felicetti, supervisor general de la planta. Es que la puesta en funcionamiento generó resistencia entre los vecinos y especialmente por parte de los clubes que tienen en la zona sus campos de deportes. “Hubo una audiencia pública en diciembre último donde muchos expresaron su temor a que se llene el barrio de basura”, relató Felicetti. “Nosotros explicamos que no se trata de basura, sino de material para reciclar, que sólo se trabaja con materiales secos y que todo el trabajo de separación y acopio se hará adentro de la planta”, agregó.
Las máquinas arrancarán el lunes 1º de mayo en forma simbólica. El trabajo comenzará el martes con un horario reducido, que se irá ampliando a medida que se incremente la cantidad de materiales que ingrese a la planta. “La idea es mostrar la ventaja que implica para los cartoneros asociarse en una cooperativa: poder acopiar material les permite obtener mejores precios que si los van a vender cada día a los galpones, porque necesitan desocupar sus carros para salir a recolectar al día siguiente”, explicó Vensentini.
Además del objetivo planteado por la Ley de Basura Cero, para los funcionarios hay una necesidad más inmediata: resolver el problema de la suciedad producida en algunas calles del centro por el trabajo de cartoneros no organizados. En la Secretaría de Medio Ambiente están convencidos de que, si los recuperadores trabajan en cooperativas y retiran los materiales reciclables puerta a puerta, como viene haciendo desde hace años la Cooperativa El Ceibo, en Palermo, no habría tantas bolsas abiertas ni basura desparramada en las veredas de la ciudad.
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