Miércoles, 9 de agosto de 2006 | Hoy
SOCIEDAD › POR QUE FRACASO EL SANEAMIENTO DEL RECONQUISTA
La fallida limpieza es una advertencia por el Riachuelo, advierten ONG que reclaman su saneamiento efectivo. Reunión con Picolotti.
Por Pedro Lipcovich
“...Y el proyecto de sanear ese curso de agua, uno de los más contaminados del mundo, en las puertas de la Ciudad de Buenos Aires, fracasó una vez más: porque las industrias contaminantes se negaron a tratar sus efluentes, compraron con dinero a los políticos y extorsionaron a los trabajadores con la amenaza de desocupación; porque los intendentes y concejales, en defensa de los empresarios y sólo atentos a los barrios privados, torpedearon la constitución de los comités de cuenca con participación comunitaria; porque las obras de tratamiento de residuos cloacales no se hicieron, entre denuncias de corrupción, o se hicieron sólo en beneficio de los sectores adinerados; porque las autoridades ambientales no tuvieron la fuerza o la posibilidad de oponerse a esa maraña de intereses.” Para prevenir la posibilidad de que este comentario aparezca, referido al Riachuelo, en un diario de 2016, es imprescindible examinar lo sucedido con el plan de saneamiento del río Reconquista, que se había lanzado en 1996: el párrafo que encabeza esta nota es precisamente lo que, según denuncias de entidades ambientalistas, habría sucedido. Lo seguro es que, en 2006, el Reconquista está peor que una cloaca. Hoy, una de las entidades denunciantes se entrevistará con la secretaria de Ambiente, Romina Picolotti, para transmitirle esa experiencia y para sostener que “la cuestión central se refiere al Río de la Plata, que está siendo envenenado por el Riachuelo, el Reconquista y la Cloaca Máxima en Berazategui. Sanear estas tres fuentes debe ser una sola operación”.
Martín Nunziata, integrante de la Asamblea Delta y Río de la Plata, cuenta la historia así: “El organismo que debía hacer el saneamiento de la cuenca del río Reconquista se llama UniRec (Unidad de Coordinación Proyecto Río Reconquista), un ente autárquico y autónomo que tuvo un presupuesto asignado de casi 400 millones de dólares. La ejecución del plan comenzó en 1996 y en 2001 se lo dio por terminado, se disolvió el organismo y los resultados se publicitaron como exitosos: pero sólo se habían hecho las obras hidráulicas para prevenir inundaciones, que por lo demás resultaron cuestionables. El saneamiento debía incluir cuatro nuevas plantas de tratamiento de efluentes cloacales, el correspondiente tendido cloacal, la minimización del vertido de residuos industriales, con monitoreo y control de esos efluentes. Nada de eso se hizo”.
¿Por qué fracasó el saneamiento del Reconquista? “Lo que fracasa siempre, en estos intentos, es el control de los efluentes industriales –sostiene Nunziata–. Las obras hidráulicas suelen hacerse porque ahí puede haber mucha ‘mordida’: hay mucha compra de cemento, muchos presupuestos. Con el control de efluentes industriales pasa al revés: los empresarios financian las campañas políticas y no es fácil que alguien tome la decisión política de obligarlos a adecuarse a los parámetros de vertidos que fija la ley. Por ejemplo, en 2001, cajas negras provistas por industriales bonaerenses financiaron la campaña de Carlos Ruckauf para la gobernación de la provincia.”
“Además –continuó el asambleísta–, las empresas amenazan con que, si se aplican las leyes ambientales, deberán cerrar y eso producirá desempleo: buscan y a menudo logran que los trabajadores se pongan del lado de los intereses de la empresa. Es cierto que, si a partir de hoy se decidiera exigir a las industrias del Reconquista lo mismo que pretendemos que Uruguay les exija a las fábricas de celulosa de Fray Bentos, de las 12.000 empresas instaladas deberían cerrar por lo menos 10.000. Es claro que debe establecerse, como política de Estado y para cada empresa, un plan de adecuación, que les ofrezca tiempo e incluso créditos blandos, para que instalen la correspondiente planta de tratamiento de sus efluentes. Lo que sostenemos es que este plan de adecuación debe anunciarse, en cada caso, en un acto con la presencia de los trabajadores de la empresa: para que sepan que si, vencido el plazo, la empresa no cumplió y es clausurada, el que los va a estar echando a la calle es el propio empresario por no haber cumplido.”
Volviendo al caso del Reconquista, Nunziata sostuvo que “el plan exigía la creación de comités de cuenca, con participación de las comunidades, pero nunca pudieron constituirse porque los intendentes y concejales de los 18 municipios involucrados no lo aceptaron. Actualmente, el río padece una altísima contaminación de sustancias químicas y materia orgánica. La ‘materia orgánica’ es, básicamente, caca: residuos cloacales sin tratar. La química es de todo tipo, incluyendo metales pesados y derivados de la celulosa: hablamos mucho de las papeleras uruguayas, pero también las hay acá nomás, sobre la Ruta 9. Además, la obra nunca contempló el saneamiento del arroyo Morón, por donde llega gran parte de la contaminación al Reconquista: es decir que, desde un principio, sabían que el problema no se iba a resolver”.
En la misma línea se pronunció Alberto Alcaide, presidente de la ONG Cipocar –Coordinadora Intercomunal Pro Obras de Control y Aprovechamiento del Río de la Reconquista–: “Un problema muy grave es el de las cloacas. La población de la cuenca, que en 1985 era de un millón doscientas mil personas, hoy es de cuatro millones, y la falta de cloacas contamina las napas. Hoy existe una planta depuradora en ejecución, en la localidad de William Morris, y tres en proceso licitatorio. Para la de William Morris están haciendo la cañería troncal, por Ituzaingó, Morón y Hurlingham, pero no se sabe hasta dónde va a llegar la red final: los municipios y los arquitectos procuran hacerlas llegar a zonas de alto valor para construir edificios en altura, que hoy no están permitidos por no existir cloacas; y la gente más afectada, que es la más humilde, va a seguir igual”.
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