Miércoles, 9 de agosto de 2006 | Hoy
EL MUNDO › ESCENARIO
Por Santiago O’Donnell
México atraviesa un momento delicado. Miles de personas acampan en el centro de la capital, cortando el tráfico de la ciudad más congestionada del mundo para pedir un recuento de votos porque no creen que haya ganado el candidato de la derecha, Felipe Calderón. En la capital del estado de Oaxaca, en el sur del país, otros miles ocupan la plaza central para exigir la renuncia del gobernador. Ayer los manifestantes de Oaxaca fueron reprimidos por la policía, que ahora amenaza con desalojarlos a la fuerza.
Hablo con la periodista Rossana Fuentes-beraín para averiguar qué está pasando. Hace 16 años, junto a un grupo de periodistas, habíamos cubierto unas elecciones presidenciales mexicanas que terminaron en un gigantesco fraude, del cual emergió ganador Carlos Salinas de Gortari. Rossana trabajaba para Notimex y yo, para Los Angeles Times. Rossana ahora es la subdirectora de Foreign Affairs en castellano y analista internacional de Televisa. Está en Oaxaca. Hablamos horas antes de la represión policial.
“Vine a ver el movimiento. Oaxaca tuvo una elección muy peleada, parecida en resultados a la elección nacional. Hace 70 días que el centro de la ciudad está tomado por distintos grupos de manifestantes que cuestionan diversas políticas de Estado y que comparten el objetivo de lograr la renuncia del gobernador Ulises Ruiz, del PRI. La situación es muy tensa. Los comerciantes están sufriendo porque el centro de la ciudad está paralizado. El turismo está empezando a padecer los efectos porque esto es una cadena. Los plantones no se han extendido, pero los reclamos son los mismos que se perciben en todo el país.”
Suena preocupada Rossana. Me cuenta lo que está haciendo. “Formamos una organización no gubernamental, Diálogo Mexicano, para intentar un acercamiento, simplemente que empiece un diálogo entre las dos partes, porque la sociedad está muy polarizada.”
Le pregunto qué va a pasar. “Si se confirma el resultado de la elección, Felipe Calderón tendrá que ser muy inteligente para conseguir alianzas y apoyos que sostengan la gobernabilidad. Llegamos a este punto por la incapacidad del presidente Fox, harán falta liderazgos inteligentes para sacarnos de esta situación.”
No puedo dejar de preguntarle por el ’88, cuando juntos vimos cómo se apagaba la supercomputadora con el centroizquierdista Cuauhtémoc Cárdenas adelante por varios cuerpos. Después un vocero del gobierno anunciaba “se cayó el sistema” y 12 horas más tarde el “sistema” volvía con Salinas, el candidato oficialista, cómodamente instalado en la delantera.
“No, no, esto no es el ’88”, Rossana se apura en contestar. “Estamos muy lejos de un fraude de esa naturaleza. En 1994, por presión internacional y por decisión propia, se reformó el proceso electoral. En 1996 se incorporaron ciudadanos al conteo de votos.”
¿Entonces qué pasó? ¿Por qué hay movilizaciones hoy cuando no las hubo en el ’88? “Lo que pasa es que hay un proceso de confrontación con problemas muy añejos, contradicciones que antes no se debatían porque el priísmo tapaba todo. Es lo que sucede cuando hay largos períodos de partido único, igual que el régimen comunista de la Unión Soviética. Las diferencias de criterio se tapan por un tiempo pero tarde o temprano aparecen. Diferencias sociales, diferencias de clase, diferencias entre el norte y el sur, distintos proyectos de cómo pararse frente a la globalización: eso es lo que se está debatiendo hoy, más allá del conteo de votos.”
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