SOCIEDAD › LIBERARON A LA MUJER SECUESTRADA EN SAN JUAN
Copados al volver de los mandados
La policía sanjuanina identificó la casa donde mantenían secuestrada a la mujer e irrumpió en ella cuando uno de los secuestradores regresaba de hacer las compras. Hubo dos horas de negociaciones con juez y televisión.
Con el rostro cansado, reflejo de haber vivido momentos de mucha tensión, María del Carmen López caminaba por las calles de San Juan entre los aplausos de los vecinos. Levantaba ambas manos y saludaba. “Gracias, gracias”, decía con un hilo de voz que pretendía llegar a oídos de su efusivo público. Ayer, después de permanecer cinco días encerrada y esposada en una casa ubicada a tan sólo treinta cuadras de la suya, la mujer del empresario Eduardo Barceló fue finalmente liberada sana y salva por la policía sanjuanina en un procedimiento de rescate poco convencional: los efectivos aprovecharon una increíble distracción de los secuestradores y entraron con uno de ellos a la vivienda, cuando éste volvía de comprar comida en bicicleta. Hasta anoche había cuatro detenidos, tres en San Juan y uno en Córdoba. Del secuestro habrían participado más de diez personas, en su mayoría cordobeses.
La luz del amanecer había despertado con novedades a los sanjuaninos. En las primeras horas de ayer, Paola Barceló (22), hija de María del Carmen y Eduardo, hacía pública una comunicación reciente con su madre, a través de la cual los secuestradores parecían querer cumplir con la “prueba de vida” requerida por el empresario para pagar el rescate acordado. Sin embargo, fue lo sucedido entre las 11 y las 13.05 lo que mantuvo realmente en vilo a la provincia entera. Guiada por advertencias de vecinos del barrio Solares de Otoño, situado en la periferia de la capital cuyana, la policía sorprendió a los secuestradores con la misma metodología que éstos utilizaran para asaltar a su víctima: cuatro agentes entraron a la casa de los sospechosos cuando uno de ellos volvía de hacer los mandados, distraído a bordo de su bicicleta de paseo.
“Habíamos recibido muchas denuncias de los vecinos acerca de movimientos extraños en la casa”, explicaron a Página/12 fuentes policiales, quienes detallaron que, entre otras cosas, “los delincuentes habían colocado una `media sombra’ en las ventanas que obstruía el paso de la luz” y que “casi no se escuchaban conversaciones al interior y los habitantes salían muy poco”. “Además, nadie había mantenido una conversación larga con ellos a pesar de que hacía un mes que habían alquilado la casa”, agregaron.
Apenas entraron a la vivienda de la manzana 3 del barrio, uno de los miembros de la sección Seguridad Personal de la División Delitos de la policía sanjuanina irrumpió en una habitación, encontrándose, para su sorpresa, con la mujer esposada y con los ojos vendados, flanqueada por dos hombres que le apuntaban a la cabeza. “¡Andate o la matamos!”, exclamó nervioso uno de ellos al uniformado. Luego de que los ánimos se calmaran lo suficiente como para iniciar una negociación, los delincuentes exigieron la presencia de un juez y de las cámaras de un canal de televisión local, como para asegurarse salir ilesos en caso de entregarse. Así fue que las imágenes de la mujer esposada y con la venda sobre la cabeza para que se le vieran los ojos recorrieron todo el país. Se la podía ver a López muy asustada, mientras uno de los secuestradores se ocultaba parcialmente con una campera de jean y el otro la tenía tomada del cuello y le apoyaba un revólver calibre 9 milímetros sobre la nuca. “Duró sólo un minuto; ahora todo está bien”, aseguraba momentos después el jefe policial Carlos Alcayaga, cuando la mujer estaba ya abrazada a su marido en la vereda de enfrente y varios patrulleros abandonaban el lugar con los detenidos a bordo. Insultos para éstos y palabras de aliento para la familia de López fue lo único que se escuchó de las decenas de personas que entre allegados y curiosos se habían acercado al lugar.
“Temí que me mataran”, repetía la mujer ya sonriente y todavía con el camisón que vestía al momento del secuestro. “Uno cree que nunca le va a pasar. Así que les digo a todos que se cuiden mucho”, recomendó López, para luego contar sobre sus casi cien horas de cautiverio: “Parecía algo interminable. No me pegaron pero sí me amenazaron con matarme si mi marido no pagaba y sólo me dieron de comer unas galletitas recién al tercer día”. Y sorprendió al confesar que tenía intenciones de “ayudar” al hijo de uno de sus captores, quien necesitaría un trasplante de riñón. Según se pudo saber luego, la mujer permaneció esposada la mayor parte del tiempo y con escasa luz en su habitación. “No me daba cuenta cuándo era de día y cuándo era de noche”, aseguró ella. Barceló, por su parte, se mostró más que satisfecho con la actuación policial y exultante respecto del resultado del operativo: “Hemos trabajado 20 horas por día. Agradezco a la policía y al pueblo de San Juan por el apoyo brindado”, sostuvo. E hizo un último comentario sorpresivo: “No era a mi esposa a quien querían”, confesó, pero prefirió no contestar cuando le preguntaron si el señalado habría sido su hijo Federico, de 10 años. “No importa, no importa. Ahora todo está resuelto”, argumentó.
Respecto de la cantidad de detenidos, fuentes de la investigación dejaron trascender que además de los tres hombres capturados al momento del rescate –todos de entre 30 y 40 años–, había sido detenido otro integrante de la banda en Córdoba. Este último fue identificado por una alta fuente de la policía cordobesa como Carlos “El Panza” Bazán, de 23 años, quien se habría mantenido en contacto con los secuestradores desde un teléfono público de la cárcel Padre Francisco Luchese, de la localidad de Bower, donde Bazán se encuentra detenido. De los otros tres capturados, dos de ellos fueron identificados por una fuente como Sosa y Pedernera, cuyos nombres de pila y edades no trascendieron.
Informe: Darío Nudler.