Sábado, 13 de octubre de 2007 | Hoy
Ocurrió en Don Torcuato. Las víctimas fueron dos mujeres, una de ellas recién operada. El autor, un joven que vive en el barrio. Al final, la madre y un tío lograron convencerlo de que se entregue.
El barrio Gutiérrez, en Don Torcuato, pegado al Hindú Club, fue –por segunda vez en un mes– escenario de una toma de rehenes. En esta oportunidad fue un joven de 19 años, vecino del barrio, el que intentó un robo a tientas y a locas que terminó mal porque, cuando intentaba escaparse saltando una reja, la presencia de la policía rodeando la manzana lo hizo retroceder. Entonces resolvió retener, bajo amenaza, a dos mujeres. Una de ellas era la dueña de casa, de 84 años, recién operada de la cadera. La segunda, una acompañante terapéutica a la que el ladrón hirió de un balazo en el rostro apenas comenzó el asalto. La mujer herida, de 55 años, tuvo que ser operada para extraerle la bala calibre 22 que tenía alojada en la nariz. Está lúcida y fuera de peligro. El joven, que según la policía habría actuado “bajo los efectos de estupefacientes”, se entregó luego de cinco horas y media de diálogo con un negociador del grupo Halcón, de la Policía Bonaerense, que contó con la ayuda invalorable de la madre y de un tío del ladrón. El joven, finalmente, fue detenido.
El asaltante, de 19 años, se llama Ezequiel, pero en el barrio lo conocen por el apodo de “Hongo”. Los familiares dijeron que el joven tiene un hijo de pocos meses y una compañera, que también se hizo presente en el lugar del suceso, en Villalonga y Belgrano, para tratar de convencerlo para que se entregara y liberara a las dos mujeres. El robo comenzó cerca de las nueve de la mañana, cuando llegaba a la casa Silvia Lima, de 55 años, una mujer que vive en el barrio y que dos o tres veces por semana asiste a la dueña de la vivienda, Eliana Heller, de 84 años, quien está en el posoperatorio de una intervención quirúrgica. Silvia Lima, además de hacerle la comida y acompañarla, la ayuda en su rehabilitación.
Lima fue interceptada por Ezequiel, quien apuntándola con un revólver calibre 22 logró entrar al domicilio y le exigió que le diera el dinero que llevaba encima. La mujer le respondió que no tenía plata y entonces Ezequiel le disparó a quemarropa, en el rostro. El impacto fue en el tabique nasal y la herida comenzó a sangrar. El delincuente le puso una toalla sobre la cara, para tapar la herida sangrante, y la llevó por toda la casa buscando dinero y objetos de valor.
“El joven hizo que la empleada abriera los cajones de todos los muebles y como no encontró mucho, le exigió a la dueña de casa, que camina apoyándose en un trípode, que le entregara los anillos que llevaba y que mirara por la ventana para cerciorarse de que no hubiera nadie observando la casa”, comentó a Página/12 una fuente policial. Ella le respondió que no había nadie y él se dispuso a saltar la reja, cuando observó que la policía rodeaba la salida. Alertados por una llamada al 911, llegaron al lugar miembros de la Departamental Conurbano Norte, encabezados por su titular, Ernesto Aranguez. Luego, tomó intervención el grupo de elite Halcón.
Los policías rodearon la manzana y cerraron el tránsito en un radio de tres cuadras a la redonda. Los negociadores del grupo Halcón comenzaron un largo diálogo con el asaltante, al que primero lograron convencer para que dejara salir a Lima, quien fue trasladada al hospital de General Pacheco, donde fue operada para extraer la bala que tenía alojada en el tabique nasal. Luego siguió la negociación para que Ezequiel se entregara. De las tratativas participaron la madre, la compañera y un tío del joven, que vive con su familia a poco más de cuatro cuadras del lugar del hecho.
Según relató Aranguez ante los medios de prensa luego de liberada la primera rehén, la negociación fue dificultosa “sobre todo porque el joven estaba bajo el efecto de drogas”. En algún momento pidió que le dieran “algunas pastillas”. El ladrón, que actuó a cara descubierta, se había encerrado en el living, junto a la dueña de casa, y desde allí pedía que le dieran tarjetas para comunicarse con sus familiares. Como no quería entregarse, la policía trajo hasta el lugar a los familiares del joven para que lo hicieran cambiar de opinión.
Aranguez opinó que resultaron “determinantes” los diálogos que Ezequiel mantuvo primero con su madre y luego con su tío. Cerca de las 14.30 aceptó soltar a la única rehén que le quedaba. A él lo llevaron de inmediato a una celda de la comisaría de Don Torcuato. Sobre el estado de la dueña de la casa, Aranguez dijo que la mujer está “en perfectas condiciones de salud”. De todos modos fue examinada por un grupo de médicos. Desde su liberación estuvo acompañada por psicólogos y por sus nietas.
“Me asombró lo entera, lo tranquila que está. Tiene muy buen ánimo, está espléndida”, dijo Aranguez en alusión a la salud de Eliana Heller, la dueña de casa. La causa judicial está a cargo de la fiscal de Tigre
María del Carmen Gigante, quien indagará al detenido por los delitos de “tentativa de homicidio y robo y privación ilegítima de la libertad”.
Un caso similar ocurrió el 13 de diciembre pasado en una casa de Belgrano al 400, en el mismo barrio Gutiérrez. Tres delincuentes retuvieron durante siete horas a un matrimonio y sus hijas de 8 y 12 años. Todos fueron liberados sanos y salvos.
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