Solos e hipervigilados. Así estarán en poco tiempo los usuarios de cajeros automáticos cuando vayan a realizar sus transacciones, según el plan de seguridad bancaria anunciado ayer, que incluye la obligatoriedad de que los bancos dispongan espacios separados para cada una de las máquinas. Cada uno de esos espacios, además, deberán estar filmados continuamente por cámaras digitales con zoom. Las reformas fueron decididas por una comisión integrada por el Ministerio del Interior, las cámaras empresarias que nuclean a los bancos y las de transportes de caudales. Las novedades fueron presentadas por el ministro Aníbal Fernández.

Fernández aseveró que “los nuevos cajeros van a tener que tener un habitáculo para que el cliente pueda retirar su dinero solo y sin ninguna complicación”, y también deberán ser “de carga posterior”, con la meta de disminuir las posibilidades de que los usuarios sean atacados mientras operan. De esa manera, los usuarios ya no tendrán que estar tapando el teclado en el que digitan su clave, como ocurre en muchos casos.

En el mismo sentido, los espacios donde estarán las máquinas deberán ser monitoreados con una cámara digital y un programa de grabación de imágenes para que de esa forma se puedan almacenar las escenas con la actividad diaria en los cajeros. Las filmadoras, además, tendrán que poseer un sistema que permita realizar acercamientos (zoom) en la imagen, con el objetivo de, en el caso de un asalto, poder identificar fehacientemente a los responsables. Según Fernández, la idea es “saber exactamente quiénes son los que están eventualmente ante la intención de cometer un delito”.

Si bien el ministro aseguró que la implementación del plan será “inmediata”, el decreto presidencial que lo regula, firmado también ayer, no puntualiza ningún plazo para su puesta en marcha. Esta serie de medidas surgió como parte de las primeras conclusiones de la Comisión Permanente de Seguridad Bancaria, que fue formada a principios de este año por representantes de la cartera de Interior, las tres asociaciones que representan a los bancos presentes en el país (ABA, Adeba y Abappra), el Banco Nación, el Registro Nacional de Armas (Renar), el gremio de los bancarios, la Federación Nacional de Trabajadores Camioneros y la Cámara Argentina de Transportadores de Caudales.

Además de la transformación de los cajeros en una suerte de habitáculos con mayor privacidad, el plan también prevé que las entidades bancarias instalen acrílicos más altos que los actuales en los diversos espacios de atención al público, con el objetivo de dificultar los robos express. “Ante un hecho de esas características, la alarma suena y en tres minutos está el patrullero, por lo que quien va a practicar un delito tiene que hacerlo en un lapso de entre un minuto y un minuto y medio”, sostuvo Fernández, para argumentar que la elevación de los vidrios será una forma más de disuasión para que los ladrones no intenten el asalto.

Los camiones de caudales no quedaron fuera de las reformas, ya que, según el plan anunciado ayer, deberán cumplir con nuevas reglamentaciones de seguridad dispuestas por el Renar. Entre ellas, estará “la repotenciación de los vehículos blindados”, que conllevará “una mejora en el nivel de resistencia a los disparos de esos rodados”.

A la salida de la Casa Rosada, donde se realizó la reunión de la Comisión Permanente de Seguridad Bancaria, Fernández opinó que la implementación del plan “es un hecho histórico”, ya que “todos los sectores que participan de la vida de la seguridad bancaria se sentaron a una mesa y se pusieron de acuerdo” en cuanto a las medidas necesarias para mejorar la prevención de este tipo de delitos. No obstante, los intentos de este diario de conocer la opinión sobre el tema de ABA y Adeba, los voceros de las cámaras no respondieron.

La Comisión Permanente de Seguridad Bancaria comenzó a trabajar el verano pasado, luego de una serie de robos a bancos y camiones de caudales, cuya página más negra fue el asalto a un blindado que se disponía a bajar sacas de dinero en un banco del centro de Lomas de Zamora. Aquel episodio terminó con el asesinato del custodio Jorge Carabajal, de la empresa Prosegur.