SOCIEDAD
Liberado, Milito dijo que nunca vio la cara de sus secuestradores
Los lugares donde fueron liberados tanto Milito como Anceschi parecen incluir un mensaje mafioso. El padre de los jugadores dijo que sus captores lo trataron bien y que parecían “expertos”.
Por Carlos Rodríguez
La angustia por el secuestro que había puesto en vilo a las dos Avellanedas –la de Racing y la de Independiente– se disipó en las primeras horas de ayer, con el regreso a su hogar de Jorge Milito, el padre de Gabriel, defensor del Rojo, y de Diego, delantero de la Academia. “Lo dejaron atado en una zanja”, en Berazategui, confirmó el ex zaguero central de Boca y de Newell’s Juan Simón, dejando de lado la sutileza que lo caracterizó cuando era jugador de fútbol. Jorge Milito, después de estar 19 horas secuestrado, aseguró que nunca les vio el rostro a sus captores porque estuvo encapuchado y confesó que sentía “impotencia” frente a un país que “está en llamas y cuando a uno le pasa, se da cuenta de lo grave que es la situación”. Simón y otro ex futbolista, Hugo Issa, representantes de los hermanos Milito, llevaron a cabo las negociaciones finales, sin intervención policial. Eludieron revelar el monto del rescate: “No corresponde que se diga la cifra”. Se habla de alrededor de 100 mil pesos, menos de lo que exigía la banda. Los lugares donde fueron liberados Milito y Juan Pablo Anceschi, el chico secuestrado en Ramos Mejía parecen formar parte de un mensaje mafioso.
Aunque la policía –por decisión de la familia– se mantuvo al margen
de la negociación con los secuestradores, una fuente de la Bonaerense le dijo a este diario que en el caso Milito actuó “una banda muy profesional, que había hecho inteligencia previa y sobre la que existen algunas pistas que podrían llevar a esclarecer el caso”. Jorge Milito, de 47 años, habló con la prensa en la puerta de la casa familiar, en Alem 476 de Bernal, partido de Quilmes. Dijo que fue encapuchado en el momento del secuestro y que lo liberaron en una calle de tierra paralela a la autopista Buenos Aires-La Plata, en Berazategui, no muy lejos de la tosquera de Ezpeleta donde apareció el cadáver de Diego Peralta.
Como si se tratara de una doble señal, Juan Pablo Anceschi fue dejado en El Jagüel, a pocas cuadras de la casa de los Peralta. “No descartamos esos mensajes”, admitió el ministro de Seguridad, Juan Pablo Cafiero, al ser consultado por esas coincidencias. De todos modos señaló que también es posible que dejen esas “señales” para “confundir o asociar cosas que no deben ser asociadas”. Cafiero estimó que una de las bandas podría haber intervenido en otro secuestro ocurrido el mes pasado. El funcionario expresó “satisfacción” por la resolución de los dos casos.
Issa confirmó que Milito padre fue liberado ayer a las 6 de la mañana y para regresar a su casa tuvo que tomar un remise. Los contactos con la banda fueron “con un hombre joven, que parecía muy coherente y racional, y con otro chico que estaba siempre muy nervioso, ‘bardeaba’ mucho y cortaba antes de terminar de contestar”, situación que hizo crecer la angustia. Jorge Milito llegó a su domicilio “totalmente destruido por los nervios”, comentó un allegado. Después de descansar unas horas habló con la prensa. “Me trataron bien, me dieron de comer”, comentó el papá de los Milito, que evidenciaba en el rostro la presión psicológica a la que estuvo sometido.
En todo momento insistió en que no había visto a sus secuestradores, que lo mantuvieron atado, encapuchado y acostado en una cama. “Yo me cuidaba bien de permanecer encapuchado”, dijo el hombre, quien de esa forma trató de evitar cualquier circunstancia que pusiera en peligro su vida. Aclaró que sólo “por el timbre de voz” puede deducir que era “gente medianamente joven” aunque “bastante experta” en materia de secuestros. Aclaró también que “en ningún momento se llamaron por el nombre de pila o por algún apodo”. Consultado sobre si está pensando en irse del país, respondió: “Esas cosas hay que meditarlas y hablarlas en familia. Yo no puedo agarrar e irme así como así”. Concluyó dando un consejo a los que pasen por algo semejante: “Hay que estar tranquilo y responder a todo lo que te dicen. No queda ninguna alternativa”.
En el primer llamado, los secuestradores habían reclamado 300 mil dólares que debían pagarse en un plazo máximo de cinco horas. Finalmentese habrían pagado “alrededor de 100 mil pesos”, según dijo una fuente allegada a la investigación del caso, que se decidió de oficio porque la familia pidió a la policía que se abstuviera de intervenir. Otras fuentes hablaron de 90 mil dólares en efectivo. El primer contacto fue con Gabriel Milito, pero luego fue Issa quien tomó a su cargo la negociación. Los llamados de los secuestradores fueron desde teléfonos ubicados en Quilmes y en Ezpeleta. Esto, además de recordar al caso Peralta, indicaría que Milito padre estuvo secuestrado en alguna zona muy cercana a la del domicilio familiar. La policía cree que se trata de una banda “muy profesional” que había realizado “tareas de inteligencia que le permitieron conocer todos los movimientos de la familia”, lo que se confirmó en el momento elegido para el secuestro y en el conocimiento hasta de las marcas de los autos que posee la familia. “Hasta pidieron que vayan a pagar el rescate en uno de los autos”, informó Issa, quien sostuvo que los miembros de la banda “sabían todo sobre la familia”.