Daniel Cardarelli, de 43 años, un profesor que había sufrido graves heridas al producirse hace diez días la explosión en la Universidad Nacional de Río Cuarto, murió ayer y ahora se elevaron a cuatro las víctimas fatales por el accidente, mientras que otras dos personas permanecen internadas en grave estado. Cardarelli estaba en el Instituto del Quemado de Córdoba porque el fuego le había dañado gran parte del cuerpo y tenía afectadas las vías respiratorias.

El docente, a quien le estaban realizando injertos de piel desde el sábado pasado, “falleció por las mismas quemaduras, porque tenía una extensa superficie del cuerpo afectada, y por el compromiso de su vía aérea, que siempre eleva la gravedad de los casos”, informó un parte médico dado a conocer por las autoridades del centro asistencial.

El miércoles pasado había muerto otro docente, Carlos Ravera, de 60 años, que también tenía quemaduras en más del 65 por ciento del cuerpo y en las vías respiratorias. El desenlace llegó tras una crisis renal que se prolongó por dos días. Ahora son cuatro las muertes producidas por la explosión en un laboratorio de la Facultad de Ingeniería de la Universidad Nacional de Río Cuarto, ocurrida el 5 de este mes cuando alumnos y docentes realizaban una investigación con sustancias inflamables.

Las otras dos víctimas fueron el estudiante Juan Politano y la docente Liliana Giacomelli, quienes estaban en grave estado y murieron la semana pasada. En el Instituto del Quemado continúan internados Miguel Mattea y Gladys Baralla, cuyos pronósticos son reservados. “Ambos permanecen con respiración asistida mecánicamente, con curaciones diarias, mientras que uno tiene un compromiso renal y el otro el 30 por ciento del cuerpo quemado”, informó ayer el cuerpo médico de la Sala de Terapia Intensiva del Instituto del Quemado. El director del hospital, Carlos Simón, había informado hace unos días que comenzó “un proceso para complejizarlos” que consiste en “tratar de revertir el estado de coma farmacológico” en el que se encontraban.