Domingo, 3 de febrero de 2008 | Hoy
SOCIEDAD › LA TERRIBLE HISTORIA DE LA NIÑA OBLIGADA A PARTICIPAR EN EL CRIMEN SATANICO DE CORRIENTES QUE LUEGO AYUDO A ESCLARECER
Tiene 14 años y una vida de tragedia. Fue empujada a integrar una organización satánica que traficaba niños y los prostituía. Formó parte del ritual donde se descuartizó a Ramoncito. Lo contó ante la Justicia. Y fue amenazada, intentó suicidarse y terminó internada en un instituto.
Por Alejandra Dandan
La voz de Ramonita empezó a conocerse el año pasado. Su testimonio sobre el crimen en un ritual satánico casi sin antecedentes en el mundo le permitió a la Justicia correntina cerrar la investigación por la muerte de Ramón González, el niño recordado como Ramoncito y cuyo homicidio formó parte de una trama de comercialización de menores, prostitución de niños y drogas. A varios meses de su relato, y mientras la causa avanza hacia el juicio oral (ver aparte), la vida de la adolescente de 14 años parece haber tocado el infierno. Luego de su declaración inicial, Ramonita debió abandonar la ciudad de Mercedes bajo amenaza y quedó internada en un instituto de menores, donde atravesó dos intentos de suicidio. Luego de varios reclamos, la Justicia finalmente le encontró un lugar alternativo, una casa para ella y su familia y la sumó al Programa Nacional de Protección de Testigos, que aún parece suficiente.
“Me gustaría que ustedes mismos miren el lugar donde está”, dice a Página/12 todavía preocupado el fiscal Gustavo Schmidt, que estuvo a cargo de la investigación de la causa. “Hasta hace una semana, la única ayuda que recibía Ramonita y su familia era de los profesionales que se acercan voluntariamente para asistirlos: pero tuvimos que salir nosotros mismos a pedirle una silla a una escuela del barrio porque ni siquiera teníamos cómo sentar al policía de custodia. Y estamos hablando de un cuadro muy especial y, para que me entienda, su situación es muy, muy delicada.”
La vida de Ramonita es otra desde octubre de 2006, cuando participó de aquella ceremonia celebrada al Señor de la Muerte donde mataron a Ramoncito. El niño de 12 años sobrevivía pidiendo monedas en la terminal de micros de Mercedes, y era uno de sus compañeros de una escuela que abandonaron poco antes del ritual. Desde el momento del crimen, el juzgado a cargo de la investigación intentó tomarle alguna declaración a la niña pero Ramona no dijo nada hasta mucho tiempo más tarde. Sólo a partir de marzo de 2007 y luego de un contacto muy cercano con una de las oficiales de servicio empezó a animarse a decir algo. En septiembre se conoció su testimonio más importante, en el que confirmó nombres, lugares y cada uno de los puntos que se venían tratando de probar.
“Ramoncito estaba sentado en un sillón marrón que llevó M”, contó en su testimonio publicado más tarde por Corrientes Noticias. “Después de eso él quedó medio boludo, se empezaba a reír y le hicieron cosas, le acostaron en una mesa de M., y le hicieron algo parecido a lo del viernes, le sacaron el pantalón y le hicieron una oración al ‘santísimo cuerpo’”.
Hasta entonces, Ramonita era una nena muy parecida a un niño de la calle. Vivía con su abuela Paula García, que además criaba a uno de sus hermanos, de 12 años. Ni ella ni su hermano, conocido como Juan Carlitos, tenían mucha relación con su madre, Zulma Gauna, que en la causa aparece como una madre ausente, que no está, que no sabe. Ramonita tenía además otros dos hermanos, más chicos, de 3 y 6 años, que aparentemente no vivían con ella. Pasaba el día entre la casa de la abuela, la escuela que luego dejó y las noches que había ido encontrando y descubriendo en la calle en medio de un circuito que la acercó a la organización.
Según el expediente, desde hacía “varios meses” Ramonita se había vinculado con el grupo religioso donde el culto satánico al Señor de la Muerte se mezcla con rituales de magia negra, consumo de drogas y de sexo, y donde se obligaba a los niños a ejercer la prostitución. En el grupo, Ramona era la “escribiente”: “La habían ungido como reina, como una de las elegidas –explica el fiscal–. Ella dirigía a todos los participantes del grupo a través de teléfonos celulares, lo hacía con otra de las personas adultas que ahora está detenida, organizaban las citas que se hacían en cementerios, fuentes, cruces de calles, rutas, en puentes o en la casa de alguno de los adultos y ella lleva anotación de todo lo que se hacía como en un libro de actas.”
En las ceremonias se tomaban fotos, se hacían filmaciones de los distintos momentos, como también de las violaciones, como sucedió durante el crimen de Ramoncito. Del cúmulo de pruebas reunido en alrededor de las 4000 fojas de expediente, la fiscalía da por cierto que “todos” los menores fueron violados. Por eso se iniciaron causas por corrupción y violación de menores, además de homicidio.
Luego del ritual, el juez Gustavo Buffil ordenó la internación de Ramona en el Instituto de Menores Pelletier. La decisión crispó a los medios de prensa locales y organizaciones sociales. Pero Buffil le había sacado la patria potestad a su madre, y Ramona no tenía con quién estar. Su abuela estaba detenida porque el juez suponía que los nietos iban a las ceremonias rituales con su consentimiento, por eso quedó imputada. En este momento, la abuela goza de una “falta de mérito” y la Justicia investiga en realidad si ella y su marido, que está muerto, pudieron haber sido otras víctimas de la organización. En tanto, Buffil y los fiscales aún defienden aquella internación de la niña en el Pelletier como “la única alternativa” que tenía la provincia.
“Ramonita estaba mal alimentada –dice Schmidt–, anémica, con bajo peso y amenazada, y su abuela decía que en un momento se le hizo completamente ingobernable la niña y la situación.”
En el instituto Pelletier, que está dirigido por monjas, Ramonita atravesó dos episodios graves. La internaron dos veces en un hospital por intentos de suicidio, y aunque nadie puede decir que no ocurrieron no se descarta que hayan sido parte de una excusa inventada para escaparse. Aun así, el episodio logró motorizar a su madre, que desde aquel momento dejó de estar ausente y apareció ante los medios de Mercedes. En donde pudo denunció a la Justicia las supuestas presiones que estaba recibiendo su hija para decir lo que estaba diciendo, pero sus palabras no encontraron eco y ella misma quedó bajo sospecha. Los medios sugirieron que podía estar intentando frenar la investigación presionada a su vez por los poderosos organizadores.
Ramonita había dado demasiados datos como para causar algunas molestias. En el expediente describió cada una de las bestiales escenas de un ritual, y su testimonio le permitió a la fiscalía vincular ese episodio con el crimen de un adulto de 1994 y con el cuerpo de un bebé muerto que apareció en el centro de Corrientes en 2005. También abrió el camino para investigar a los sectores económicos y políticamente más importantes de la ciudad porque mencionó a un empresario como el dueño de la casa donde alguna vez se hizo un ritual. A partir de su relato, la Justicia convocó al empresario y a un candidato a concejal de las últimas elecciones como “testigos sospechosos”, una figura que en Corrientes existe. Todavía no hay elementos de prueba para relacionarlos, pero los nexos son parte de las hipótesis más firmes de la causa y una de las sospechas de personas como la monja Martha Pelloni (ver aparte).
Para buscar una alternativa, Buffil pidió al gobierno nacional a través de la Fundación Soporte el ingreso excepcional de la niña al Programa Nacional de Protección de Testigos. Ella quedó incluida el 21 de diciembre pasado pero el programa le asegura por el momento únicamente el traslado a una casa fuera de su lugar de residencia habitual durante sólo seis meses, y custodia policial. Un cuadro aparentemente insuficiente.
La semana pasada, su hermano Juan Carlitos estuvo tirado durante una hora y media en una cama, sin moverse y sin hablar. A pesar de los cuidados que intentan tener quienes trabajan con ellos, luego de una de sus primeras declaraciones el niño sufrió una suerte de shock que lo dejó en una especie de suspensión permanente. Aún no está recuperado y aunque lo tratan, los especialistas creen que podría mejorarse lentamente. Ellos ahora temen que su hermana –que está sometida a las mismas presiones y aún es una niña–, siga el mismo camino. Por eso la desesperación.
“Yo no sé si Ramonita está incluida o no en el Programa de protección a testigo, si usted lo dice será así, pero lo que yo le puedo decir –dice Schmidt, nuevamente– es que la plata la Nación no la está poniendo, que todo lo poco que hay sale de acá.”
Ramoncita quiere irse a Mercedes, pero su situación sigue siendo complicada.
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