La fuerte resistencia al pedido de aborto no punible –que presentó la madre de la nena de 12 años, embarazada en una violación– no debería sorprender, en una provincia cuyo gobernador, Celso Jaque, mantiene estrechos vínculos con las jerarquías religiosas. Jaque es un hombre de profunda fe cristiana: creció en una familia evangélica. Según han publicado medios locales como el diario Los Andes, al menos una vez por mes se reúne con los principales pastores evangélicos de la provincia para orar. La huella de la influencia religiosa en la función pública que despliega Jaque queda manifiesta a cada paso: las notas formales y los proyectos de ley están firmados con una invocación a Dios. Además, tiene asesores espirituales. Las políticas educativas, entre ellas la educación sexual, las puso a consideración de líderes religiosos. Su intención es crear un concilio interreligioso, con diversas comisiones que analicen las políticas de Estado. Hay quienes señalan que el gobierno mendocino tendría además muy buenos vínculos con el obispo de San Rafael, el ortodoxo Eduardo María Taussing. Según publicó Los Andes, la directora de Escuelas, Iris Lima, mantendría buena sintonía con el purpurado. En San Rafael está asentada la congregación religiosa del Instituto del Verbo Encarnado (IVE), promotora del integrismo ultraconservador católico que sirvió para legitimar el terrorismo de Estado.