Lunes, 16 de febrero de 2009 | Hoy
Por Sonia Santoro
En octubre de 2008, Carl Honoré publicó su segundo libro sobre la vida slow, esta vez dedicado a repensar la infancia. Se llama Bajo presión. Cómo educar a nuestros hijos en un mundo hiperexigente (Del nuevo extremo).
Como en el primer libro, su hijo fue el disparador para la escritura. Cuando una profesora de dibujo le dijo a Honoré que era un dotado para las artes plásticas, no pudo resistir la tentación de querer estimular y desarrollar ese don hasta convertirlo en un artista exitoso. Pero su hijo se negó, diciendo que no quería tomar clases, sólo dibujar.
Entonces, el autor empezó a preguntarse por ese afán paterno y materno de controlarlo todo. Recordó que en distintas partes del mundo se los conoce como padres-helicóptero, hiperpadres o padres curling (que barren el hielo para abrirles camino a los hijos). “Tantas intromisiones están creando un nuevo tipo de infancia. En el pasado, el Niño Trabajador se afanaba en los campos y, después, en las fábricas de la revolución industrial. El siglo XX presenció el auge del Niño Libre. Ahora hemos entrado en la era del Niño Dirigido”, dice en la introducción.
Honoré cuestiona las agendas hiperapretadas que manejan infantes hoy, el control excesivo sobre ellos, la exigencia de los padres por prepararlos para ser adultos exitosos, el abuso de la tecnología para entretenerse, la mala alimentación y la vida sedentaria y, sobre todo, el considerarlos “proyectos” de adultos, para sus padres. “En lugar de cocer un pastel con sus hijos porque les familiarizará con las nociones de peso, volumen y aritmética o besuquearse con el bebé porque eso reforzará su córtex prefrontal, hágalo por la simple alegría de hacerlo. Deje que los efectos del desarrollo se arreglen por su cuenta”, dice Honoré.
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