Miércoles, 31 de marzo de 2010 | Hoy
SOCIEDAD › OPINIóN
Por Mariana Carbajal
Las mujeres son más que un útero. Reducir su existencia a ese órgano es seguir pensándolas en roles tradicionales, o peor aún, como fábricas de niños y niñas para poblar el país, como esboza el diputado radical Cristian Rodolfo Oliva. Hay mujeres que hoy eligen no tener hijos. Qué paradoja: por no querer tenerlos en algún momento de su vida y como consecuencia de la penalización del aborto, muchas, muchísimas, pierden la posibilidad de procrear –cuando ellas decidan, si quieren–, sufren perforaciones de útero, quedan con lesiones gravísimas, al recurrir a métodos inseguros de interrupción voluntaria de un embarazo. Qué paradoja: la provincia a la que pertenece el diputado Oliva, y que gobierna el mismo Frente Cívico al que pertenece, es una de las que tiene los peores indicadores vinculados con el embarazo, parto y puerperio. La mortalidad materna duplica la tasa nacional. Fue de 78 cada 100 mil nacidos vivos en 2008, última estadística oficial disponible. Según cifras extraoficiales, habría aumentado incluso en 2009, a raíz de deficiencias en la oferta de consejería en salud sexual y procreación responsable en centros públicos de salud. La tasa de fecundidad adolescente es de las más altas del país. Santiago del Estero es de las provincias en las que cada 1000 adolescentes más de 80 son madres. Por día nacen en la provincia de Oliva 45 bebés y se producen 40 abortos. Y muere una madre cada 19 días, por causas en su mayoría evitables.
Proteger el útero como un órgano sagrado está en la misma sintonía de aquellos que ponen trabas a los abortos no punibles cuando son pedidos por mujeres, incluso niñas, que fueron violadas y pretenden obligarlas a continuar con la gestación forzada hasta al final, para que después den en adopción la criatura. Purpurados y voceros del clero más reaccionario no se cansan de repetir ese argumento cada vez que aparece un caso similar. Qué paradoja: en Santiago del Estero hay denuncias que investiga la Justicia sobre venta de bebés, que apuntan al Obispado de Añatuya.
La maternidad no es un destino. Debe ser una elección. Santiago del Estero y el resto de las provincias deben garantizar que haya educación sexual este año en todas las aulas, que se entreguen anticonceptivos en las salitas y se realicen ligaduras de trompas sin requisitos arbitrarios impuestos todavía por médicos inescrupulosos, y que se practiquen los abortos no punibles sin judicializaciones. El debate por la legalización del aborto no puede postergarse. Como sostuvo la mayoría de los diputados y diputadas que acompañaron la presentación del proyecto de la Campaña Nacional por el Derecho al Aborto Legal, Seguro y Gratuito, las mujeres tienen derecho a decidir sobre su cuerpo. Pretender declarar el útero de la mujer y sus órganos reproductivos como “ambiente protegido” no es más que un eufemismo para poner piedras en ese camino.
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