SOCIEDAD › LA CATASTROFE DE LOS BRASILEÑOS POR LOS ARGENTINOS QUE NO FUERON

“Como si hubiera pasado un terremoto”

Hace diez años que ve los veranos de Florianópolis y Camboriú y que apuesta al turismo, un negocio que al que su propia madre irlandesa apostó hace medio siglo, como pionera en Rosario y Santa Fe. María Carey, dueña de Free Brasil, la operadora que centraliza los servicios turísticos locales, madre de familia numerosa con los pies a ambos lados de la frontera, la voz ronca y un bronceado que habla de su trabajo, hace un diagnóstico difícil sobre el impacto de la crisis: “La evaluación correcta para los que vivimos de esto es la que hace la mayoría de los operadores: es como si nos hubiera pasado un terremoto. Porque para colmo se demoró mucho en bajar las tarifas a precios posibles”. La catástrofe alcanza a los prestadores de servicios, pero por supuesto se extiende a todos los sectores de la economía local en la que el cierre de hoteles y el despido de casi la mitad del personal de restaurantes es apenas el comienzo de las consecuencias que el retiro de la marea argentina puede provocar.
Jhonas Oliveira es un heladero que sacaba unas ganancias de alta temperatura cuando sus helados salían por cientos. Ahora camina y apenas se le pregunta, se seca la frente, y lanza: “Muerto completamenchi”. Y lo grafica: “Antes la familia compraba para cada uno un helado, ahora llevan un helado para tres chicos”. También recuerda los números: el último verano salían 200 diarios, en enero fueron un promedio de 60. Las cosas se fueron poniendo negras para él este año: ya no hay ahorro posible, no vislumbra crecimiento y su mujer, cocinera en un restaurante, ha perdido el empleo. “Uno puede llegar a estar mal porque no hay nada de trabajo con los turistas y se pierde, pero peor están ellos, que hay algunos jóvenes que no se pueden volver y los vemos acá durmiendo en la playa”, dice. Y se prepara para un invierno difícil: “Después de Carnaval, esto va a estar desierto, aunque todavía tengamos calor”.
Jhonas tiene su público, incluso, dice, este año milagrosamente aparecieron algunos que ya conocía. Pero no hay vendedor más popular que Ernestino J. J. Filho, más conocido como Fininho: es el diariero de las playas del norte. Ya mereció espacio por su particular manera de promocionarse: “¡Caniggia no tiene plata, la Nanis come mortadela!”, o “¡Mirtha Legrand está embarazada de De la Rúa!”, son ya algunos clásicos de su repertorio de voceadas. Con ello conseguía dar vuelta las caras hacia su delgaducho porte que le da sobrenombre y hacerse conocido entre los argentinos que le pedían los diarios nacionales. Fininho fue en los últimos diez años el ejemplo perfecto del enriquecimiento rápido de algunos proveedores locales: pasó de 20 diarios a unos 400 y hasta 600 por día. La buena racha, en su pico, duró hasta el ‘98, dice. Logró, cuenta, hasta 8 mil dólares de ganancia en 30 días el año pasado, cuando ya hubo una merma de pasajeros. Este enero consiguió mil dólares y es todo.
Claro que no hay sector más golpeado que el hotelero. Las estimaciones de enero son de una ocupación del diez por ciento según la Asociación de Agencias de Viajes y Turismo local. Federico McGuire, de Free Way, comparte el diagnóstico, y señala la tardanza en bajar las tarifas de los hoteleros catarinenses. “El 20 de diciembre, los cinco operadores más importantes de la isla nos reunimos con la Asociación de Hoteleros. Nosotros ya teníamos un panorama terrible con los precios en dólares y les planteamos la necesidad de achicar costos. Pero ellos creyeron en que el mercado interno brasileño suplantaría a los argentinos ausentes”. En realidad, las tarifas comenzaron a bajar después del diez de enero. En algunos casos, hasta en el 50 por ciento. Pero era tarde. Los operadores locales casi no aceptan negocios con agencias argentinas porque no saben si cobrarán y solamente dan servicios si se paga en verdes contantes y sonantes. María Carey mira hacia el futuro, pero imagina que habrá que trabajar con nuevos mercados. “Muchos ya fueron a la Feria Internacionalde Turismo en Madrid a ver si es posible ofrecer un servicio de alto nivel a Europa. Nosotros estamos analizando si vamos a empezar con la exportación o podremos venderle al turismo interno que viajará más hacia la Argentina”. Tras el cambio de roles, podemos imaginar quizás una marea brasileña en una Buenos Aires superbarata.

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