David Poblete, de la Red Bonaerense de Personas Viviendo con VIH, contó el caso de “un compañero electricista en una gran empresa constructora de caminos. Le hicieron el test de VIH (que está prohibido incluir en el análisis preocupacional) y lo echaron: ‘Vos no me dijiste que andabas con la peste’, le dijo su jefe. Esto pasa en muchos casos, incluso el mío: yo me había presentado para un trabajo en una de las principales empresas de encuestas de opinión pública: las evaluaciones eran muy buenas pero no me llamaron, y supe que era por el VIH”.

Mariana Contreras –quien presentó una ponencia en el Congreso de Sida como representante de la Asociación de Mujeres Meretrices de la Argentina– también se atrevió a hablar de su experiencia: “Una vecina me denunció por ejercer el trabajo sexual y tener VIH: intervino la Justicia de Menores para evaluar si me quitaban a mis hijos: hicieron un estudio ambiental. Pude conservarlos; tuvo importancia que, por mi trabajo en Ammar, conozco mis derechos”.

El III Congreso Nacional de Sida, que finaliza mañana en San Juan, es organizado por la Sociedad Argentina Interdisciplinaria de SIDA (Saisida).