SOCIEDAD › POR QUE MIJAIL GORBACHOV
Contra la hegemonía de Estados Unidos
Por Pilar Bonet
“No perece quien se fatiga, sino quien se para.” Mijail Gorbachov recuerda esta frase que su esposa, Raisa, escribió con grandes trazos y dejó entre sus papeles. El mundo de la mujer con la que Gorbachov convivió casi medio siglo hasta su muerte, en 1999, sigue intacto en la dacha (casa de campo) de las afueras de la capital y sobre todo en el domicilio urbano de los Gorbachov, cerca de la Universidad Estatal de Moscú. El ex presidente de la URSS reside en la dacha, pero a menudo acude a una cita en el apartamento cerrado. Es una cita con ella. “Para mí es como tocar el mundo en el que vivimos. Allí todo está como si Raisa acabara de salir, como si acabara de marcharse hace un momento...”, dice.
Con 72 años cumplidos, Mijail Gorbachov no es de los que se paran. A su alrededor hay una familia que lo mima, una fundación política que lo necesita, un partido social-demócrata que no acaba de arrancar, y también un público interesado que le contempla como si, en vez de ser un hombre, fuera una marca internacional. El ex líder soviético se mueve con destreza entre sus diferentes papeles. Escribe libros (uno de los cuales, Carta a la tierra, acaba de aparecer en castellano), apadrina proyectos de investigación, produce documentales y graba textos como un prólogo para el cuento “Pedro y el lobo” en una serie musical pedagógica, cuyos otros protagonistas son Sofía Loren y Bill Clinton.
En familia, Gorbachov vive rodeado de mujeres: Irina, la hija, le asiste en la fundación; Xenia y Nastia, las nietas que iban a ver los últimos desfiles proletarios en la Plaza Roja, son ya jóvenes hechas y derechas. Cuando lo visitamos en la fundación, Gorbachov se preparaba para la boda de Xenia, la mayor, de 22 años. Los rasgos de los abuelos Raisa y Mijail se adivinan en el rostro y la complexión de la rubia, que quiso ponerse de largo en un baile de debutantes en París y que hace poco asombró a los italianos en una pasarela de alta costura de Milán.
En la fundación de Gorbachov trabajan los fieles colaboradores del ex presidente, incluido su guardaespaldas, que le siguieron desde el Kremlin. Mantener la fundación supone un presupuesto mínimo de 800.000 dólares al año, que Gorbachov recauda a base de honorarios y donaciones. En cuanto al partido social-demócrata que preside, lo más probable es que tenga que asociarse con otras fuerzas para competir en las elecciones parlamentarias rusas del próximo diciembre.
Tras la invasión de Irak por Estados Unidos, Gorbachov vuelve a estar muy solicitado. Políticos, escritores, analistas y periodistas lo interrogan con la esperanza de que en su experiencia de estadista pueda hablar de claves que ayuden a comprender mejor el presente y el futuro.