EL PAíS
Qué hacen en el Banco Central cuando no compran dólares
Prat Gay está en el centro de la escena por la caída del dólar, pero por debajo de lo evidente se desarrollan viajes, nombramientos, despidos y hasta historias futboleras que van cambiando la cara del Banco Central.
Por Susana Viau
No todo ha de ser nerviosismo y compra de dólares en el BCRA. También hay viajes, nombramientos, despidos, ascensos, indemnizaciones y fútbol. Los sucesos de mayor resonancia, va de suyo, son los que se desarrollan en la cúpula, a niveles gerenciales y de dirección. Una realidad que no ha disminuido su intensidad con la titularidad de Alfonso Prat Gay, el joven economista procedente de J.P. Morgan, a contrapelo de la formalidad de sus antecesores, suele sorprender al personal recorriendo en mangas de camisa el enorme edificio de la calle Reconquista.
Debuts y despedidas
Una de las bajas producidas en la última etapa es la de Alejandro Henke, el hombre a quien Aldo Pignanelli, ex presidente de la entidad, quiso (infructuosamente) ubicar en un sillón del directorio. Para vetar esa designación, el Senado no sólo tuvo en cuenta un sumario interno abierto por la desaparición de una docena de computadoras portátiles que se encontraban bajo su custodia; influyeron en la decisión el informe elaborado con respecto a la gestión de Pedro Pou donde se señalaba que iguales responsabilidades que a éste correspondían a Guillermo Lesniewer y Henke. Fue así que, desairado en sus pretensiones, Pignanelli ungió a Henke economista jefe de la entidad, pese a que su currículum lo acreditaba como ingeniero especializado en electrónica y empresario gastronómico, socio de Roque Fernández en un restaurante de zona norte. Sin embargo, tanto Prat Gay como su vicepresidente primero, Pedro Lacoste, formularon una crítica demoledora al plan monetario elaborado por Henke y resolvieron prescindir de sus servicios. Lo hicieron del modo más amistoso que se conoce: de común acuerdo y con una indemnización de 86 mil pesos.
Sin estridencias, Henke se retiró del BCRA pero dejó a su gente, entre ella a su ex secretaria, Florencia Rossini, una joven con estudios de comercialización a quien había hecho ascender a subgerente de Planeamiento y Control de Gestión. Esforzada, la señorita Rossini hizo una rápida carrera, premiada un par de meses atrás con la concurrencia a un curso del Cemla (Centro de Estudios Macroeconómicos Latinoamericanos), codiciado por todos los profesionales de línea del banco. Programado para desarrollarse entre el 3 de marzo y el 11 de abril en México y Estados Unidos, el seminario trató sobre “La Banca Central Moderna: Un Enfoque Integral”. Una vez finalizado y “aprovechando su estadía” en Nueva York, Rossini fue facultada para coordinar una agenda de reuniones con funcionarios de la Reserva Federal y otros organismos internacionales y “relevar temas de interés para este Banco Central”. Como se ve, Rossini se había proyectado en altísimo nivel. Con el objetivo de que pudiera cumplir a fondo con su cometido, la subgerente general de Servicios Centrales arbitró los medios necesarios para aceitar las relaciones que Rossini debía establecer en el exterior. “La señorita Rossini –dice el memo enviado por la subgerente Alejandra Naughton, la misma funcionaria que vehiculizó la orden de Pignanelli de no suministrar información del BCRA, inclusive al resto de los miembros del directorio– tiene un buen desempeño en idioma inglés, sin embargo sería conveniente aprovechar el mes de febrero, previo a su partida, para mejorar su producción oral y asegurar un mejor aprovechamiento de las reuniones mencionadas.”
Lo cierto es que el formoseño Pignanelli, un presunto duhaldista trasvasado al CEMA y al menemismo, también debió alejarse de la presidencia y del directorio aunque, igual que Henke, dejando en el BCRA una pléyade de colaboradores. Es, por ejemplo, el caso de su abogado particular, Carlos Cornaglia, cuyos honorarios por la defensa de Pignanelli en la causa que investigaba la caída de los bancos Patricios y Mayo, solventó la entidad oficial. Antes de que éstos terminaran de hacerse efectivos, Cornaglia fue contratado por el BCRA y su mujer acogida en la planta permanente.
Académicos y xeneizes
La militancia futbolera tampoco está excluida del directorio del BCRA, si bien en ese aspecto la fragmentación es mucho mayor que en el plano político, donde el menemismo cuenta aún con absoluta mayoría. Jorge Alberto Levi, director y superintendente de Entidades Financieras, tal como informaron Adriana Meyer y Gustavo Veiga en este diario, es socio en el estudio contable de Horacio Picado, miembro de la Comisión de Finanzas del club Boca Juniors. Levi y Picado adhieren a la azul y oro y ambos fueron, asimismo, contadores privados de Alberto Pierri, actual jefe de campaña de Carlos Menem. Ricardo Ferreiro, su par en el directorio del BCRA, es un racinguista fanático y participó de las listas que disputaban la presidencia del club en las épocas previas a la crisis que desembocó en el gerenciamiento, es decir, bajo la administración de Daniel Lalín. Por aquellos días también se vio complicado por la quiebra de Racing otro ex miembro de la planta permanente del BCRA: el jefe del departamento de Deuda Externa, Carlos Melconian, actual candidato a ministro de Economía del candidato Carlos Menem. Como encargado del área, tal como reveló ayer este diario, Melconian firmó el archivo del expediente abierto para investigar las auténticas cifras de la deuda, tema denunciado por Alejandro Olmos y que ha dado origen a una causa tramitada por un hincha fanático de River Plate, el juez federal Jorge Luis Ballestero. Melconian, quien sigue siendo un asiduo visitante del banco, purgó una fugaz detención por la quiebra de Racing, pero salió indemne del polémico cierre del expediente.
En aquellos tiempos turbulentos de Lalín (integrante de las recientes listas de Alberto Kohan en la provincia de Buenos Aires), Ferreiro se movía en compañía de Enrique Capozzolo y de Mariano Cúneo Libarona, por cierto defensor de La Guardia Imperial, nombre que caracteriza a la barra brava de Racing. Tal vez por su corazón académico, Ferreiro hizo nombrar en el Central a un ex volante ofensivo del plantel, un hombre que por méritos propios se ha ganado la estima del personal de línea. Claro que no todas las designaciones apadrinadas por Ferreiro fueron tan bien vistas. Responsable de los temas legales del BCRA, Ferreiro se rodeó de un grupo signado por la homogeneidad menemista: uno de sus asesores es Martín Pou Queirolo (sobrino del ex presidente del BCRA, Pedro Pou), integrante del estudio Vergara, reputado defensor de bancos privados en conflicto con la Justicia penal (el Mercurio, por ejemplo). Ferreiro llevó, además, como su mano derecha en cuestiones judiciales a Horacio Domínguez, quien se desempeña así como responsable de Operaciones Especiales, un departamento por el que habían pasado expertas con reconocimiento internacional: Patricia Llerena y Alicia López. Domínguez tiene el mérito de haber sido secretario académico de la Fundación Integración, sostenida por el ex ministro de Justicia menemista Raúl Granillo Ocampo. Entre los oficios respondidos desde el sector están los que libró el juzgado encargado de investigar presuntos sobreprecios en la construcción de las cárceles. El proyecto de construcción dependía de Ministerio de Justicia y la denuncia involucraba, precisamente, a Granillo y a su amigo subsecretario, Andrés Marutián.