Miércoles, 8 de agosto de 2012 | Hoy
SOCIEDAD › OPINIóN
Por Horacio Cecchi
En marzo de 2009, Moria opinó que “la pena de muerte sería muy liviana porque te los sacás de encima”. Siguiendo la misma lógica, había sido candidata a diputada porteña por Luis Patti. Nunca perdió la oportunidad de opinar contra las excarcelaciones, por la mano dura, por la elevación de las condenas para reducir la criminalidad. Ahora, le tocó aparecer del otro lado, acusada en una causa por apropiación de un collar y un par de aros valuados en 85 mil dólares. En noviembre de 2010, en La Plata, un adolescente fue detenido por llevarse una botella de vino de siete pesos (1,08 dólar blue) de un mercadito, que no pagó (y salió corriendo), que no llegó a beber porque la policía lo detuvo a los pocos metros, y cuyo caso llegó a la Corte provincial, luego de pedidos de hábeas corpus rechazados por la Justicia, abandonado por el Estado provincial que dice que protege a los niños. Tratamientos como éste, o peores, con condena mediática y social incluidas, pululan en las historias adolescentes. No tengo idea de qué dijo Moria en aquel momento, si es que dijo algo. Puede que su historial discursivo hable por ella. Ahora descubro, con mucha alegría, que dio un interesante giro a sus ideas y cruzó de vereda. La pudimos escuchar todos clamando por la inocencia. A favor de los derechos. La vimos sufrir la lupa mediática que arrasa para presuponer la culpabilidad sin haberse realizado (en este caso) más que una indagatoria, la presentación de pruebas por parte de la fiscalía y el inicio de la rueda procesal convalidada por un juez que oficia de garante del debido proceso. Moria, la presunción de inocencia está de tu lado, tanto acá como en Paraguay. Se trata del tergiversado término de garantismo que para lo único que sirve es para garantizar que el Estado no aplaste los derechos del acusado/condenado. Moria tiene derecho a que se analice si se cumplen las cláusulas para extraditarla (precisamente de eso se encarga el juez argentino y no de analizar su culpabilidad). La vimos a Moria levantar los brazos y gritar “¡chicos, estoy libre, soy inocente!”. Tendrá que aprender que no es inocente porque esté libre, sino que está libre y, antes aún, es inocente. Las salidas transitorias implican libertad, pero no inocencia. Es decir, las garantías existen porque hacen falta para proteger a todos aquellos/as (ahora incluida Moria) que caen bajo la lupa de la Justicia. Por eso, ¡bienvenida, Moria, al garantismo!
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