SOCIEDAD › EL PERFIL DE JOSE “PEPE” MARTINEZ MARTINEZ

Un cardiólogo muy respetado

 Por Mariana Carbajal

“Cuando se enteraba que hacíamos guardias para poder subsistir nos decía que el residente tenía que comer polenta y pasar las 24 horas del día en el hospital.” El recuerdo de uno de los médicos que se formó al lado de José Andrés Martínez Martínez, en el Hospital de Clínicas, pinta rasgos distintivos de su personalidad: era exigente consigo mismo y con los demás. Excelente profesional, muy respetado y querido en el ambiente de los cardiólogos, Pepe Martínez Martínez –como le decían sus colegas– predicaba con el ejemplo: hasta en las vacaciones dedicaba sus horas de ocio a la lectura de libros de actualización médica.
Tenía 57 años cuando ayer su muerte causó tremenda sorpresa en la comunidad de cardiólogos. Martínez Martínez era titular de la Fundación Cardiológica Argentina, el brazo dedicado a la actividad comunitaria de la Sociedad Argentina de Cardiología, entidad que había presidido en 1999. Su desempeño profesional transcurría entre su consultorio privado, donde fue asesinado, y el Hospital de Clínicas, donde era jefe de división de la Unidad Coronaria de Cuidados Intensivos, que él mismo había fundado en 1982. También ejerció durante un año, en 1992, la jefatura de Cardiología en la División Internacional de la Fundación Favaloro y era Felow del American College of Cardiology y de la American Heart Association, entre otros múltiples títulos que figuran en su extenso currículum.
“Era de esos jefes que uno preferiría tener porque leía muchísimo y siempre estaba a un paso adelante de uno”, recordó un ex residente. Por las características de su muerte, en la Fundación y en la Sociedad Cardiológica se limitaron ayer a emitir un escueto comunicado con datos de su actividad académica, pero ninguno de sus miembros quiso contar sobre su vida.
Martínez Martínez estaba casado y vivía en un piso de un edificio antiguo de la avenida Independencia al 2000. Su esposa, Teresa, lo ayudaba como secretaria en su consultorio. El matrimonio tuvo tres hijos, dos mujeres y un varón, que hoy tienen entre 20 y 25 años. Austero, aunque de buen pasar, en los últimos años solía veranear en el sur argentino. Si algo lo caracterizaba era su ferviente oposición a la industria tabacalera y al cigarrillo. También aquí predicaba con el ejemplo: nunca fumó y, además, promovía la vida sana y, en su caso, trataba de jugar seguido al fútbol. Cuando el 1º de marzo se aprobó en la OMS el convenio marco que prohibió la publicidad en el tabaco, Martínez Martínez celebró y reafirmó su posición: “Las fuerzas políticas y los dirigentes sociales junto a las sociedades científicas deberíamos mantener nuestra disposición para colaborar con su implementación en la Argentina y al mismo tiempo tratar de disuadir de sus propósitos a todos los que anteponen intereses comerciales a los de la salud de la población”.

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