Es un hecho terrible, uno nunca termina de sorprenderse, más en esta ocasión donde hubo una muerte. Es difícil aparecerse con una solución ingeniosa, pero este caso nos obliga a reflexionar y a seguir trabajando por llevar adelante políticas de inclusión social. Creo que estos problemas son más sociales que psicológicos. Son hechos de violencia particulares y aislados, pero que se reiteran y hay que trabajarlos. No se debe estigmatizar a los jóvenes, porque ocurren en la Argentina y en muchas sociedades del mundo como la de Brasil y Estados Unidos. Son situaciones de personas que no se sienten contenidas. Siempre, detrás de ellos, tiene que haber una persona adulta que las tutele y las ayude, adentro y afuera de la escuela. Hay que ponerle sentimiento a una racionalidad incompleta. En la escuela, hay profesores que sólo se dedican al plano educativo, a cumplir con los contenidos de las materias. Tienen que ser conscientes de que, además de profesionales, están formando seres humanos. Se tiene que desarrollar también la dimensión afectiva de los alumnos para lograr una sociedad más humana. Por otro lado, también hay casos de padres que, por sus ocupaciones, no les prestan atención a sus hijos, les cuesta acercarse y tienen un gran desconocimiento de lo que les pasa. Hay muchos también que se hacen los distraídos, que simplifican sus problemas y piensan que son cosas de chicos. Es necesario que los escuchen y los contengan. Puede que no haya sido así en el caso de Naira, pero los chicos casi siempre dan señales de inconformidad.

* Senador de la provincia de Buenos Aires, ex rector del Colegio Nacional de La Plata, ex director general de Educación y Cultura bonaerense.