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Sergio Sancho estudia la carrera de Ciencias de la Computación en la Universidad de Buenos Aires e integró el equipo argentino que en marzo obtuvo el 12º puesto en el 27º mundial anual de informática realizado en Los Angeles y organizado por la Association Computer Machines (ACM) con el auspicio de IBM. El torneo fue ganado por jóvenes de Varsovia y la Argentina fue el país con mejor desempeño de América: el equipo de la UBA (que el año pasado había conseguido el 10º lugar) se ubicó por delante de las universidades más prestigiosas de los Estados Unidos.
“A pesar de las carencias, la universidad se las ha ingeniado para equipar muy bien los laboratorios y los docentes tiene mucha dedicación. Muchos participantes se sorprendieron por nuestro desempeño en los dos últimos mundiales”, contó Sergio, que con 28 años trabaja en Core, una empresa argentina de software de seguridad informática.
El equipo de la UBA (integrado también por Darío Fischbein y Flavia Bonomo) debió resolver problemas de optimización en el menor tiempo posible: “Uno de los problemas consistía en inflar globos intentando desperdiciar el menor espacio posible dentro de una caja; nos sentamos los tres frente a la computadora y teníamos que decir en qué orden inflarlos. Al final resolvimos seis de los diez ejercicios propuestos”.
Sergio cuenta que los programadores argentinos ganan 4 o 5 veces menos que en los Estados Unidos, pero nunca tuvieron problemas de empleo: “Todos mis conocidos y amigos están trabajando; somos unos privilegiados y este sector es como una isla”.
–De hecho, te quedaste en el país.
–A muchos se nos cruza por la cabeza irnos al exterior, pero yo estoy contento acá: la única diferencia con el 1 a 1 es que no puedo viajar adonde quiera ni comprarme el equipo más moderno, pero no son cosas graves.
“Ahora las empresas piden más programadores y apuntan hacia afuera. Acá tenemos la bendición o maldición de que todos los textos técnicos de computación están en inglés, entonces hay que aprender el idioma sí o sí. La única desventaja es la cultura local del parche, ésa de se hace lo que se puede, pero veo que eso también se está cambiando”, explicó Sergio.