SOCIEDAD › ¿POR QUE MAYERLING ROJAS VILLASMIL?
Pasiones barrocas
Por M. P.
Con ese nombre tan exótico, tan caribeño, nadie se animaría a negar que Mayerling Rojas Villasmil es venezolana. En Caracas abundan los nombres raros, fruto de criterios más libres en la versión local del Registro de las Personas. Mayerling también es abogada y ex dirigente estudiantil de la Universidad de los Andes (ULA), de la montañosa Mérida. Tiene 28 años y fue criada por sus abuelos, campesinos de la zona occidental de Venezuela. Desde hace cuatro años es directora de Derechos Humanos de la república bolivariana, un cargo clave porque la administración de Hugo Chávez ha sido acusada de no respetar las garantías constitucionales. Mayerling responde que el Estado respeta las garantías y asegura que las ha respetado hasta en los peores momentos, como el golpe de Estado y el lockout patronal y paro en Petróleos de Venezuela (Pdvsa).
Desde su dirección, que depende del Ministerio del Interior, Mayerling responde los pedidos de informes que presentan algunas organizaciones internacionales, como Human Rights Watch. Con el estilo pasional y barroco que parece marca registrada del chavismo (pero que se debe, en realidad, a la influencia del trópico), Mayerling desliza algunas críticas a esa entidad por “inmiscuirse en cuestiones internas de Venezuela”. Simpática y expansiva, embrujada por Buenos Aires, la joven venezolana cuenta con una sencillez que asombra cuál es el objetivo principal de la política de derechos humanos: “A nosotros lo que más nos preocupa es la justicia social, la igualdad”, resume. También se anima a defender la acción del Estado como una de las prioridades del gobierno, una afirmación que podría ser acusada de “populista” en un país como la Argentina, con diez años de hegemonía neoliberal. “Nada de lo que se le da al pueblo deja de ser rentable. Todo se traduce en bienestar. Y un gobierno está para crear políticas en beneficio de su pueblo”, asegura.
Mayerling representa muy bien a los jóvenes venezolanos que se lanzaron a la política a fines de los ‘80. Muchos de ellos lo hicieron por fuera de los dos partidos tradicionales –Acción Democrática y Copei– y terminaron confluyendo en la base política del “chavismo”. En los ‘80 ella estudiaba Derecho y militaba en el Movimiento Estudiantil 13 de Marzo, una agrupación universitaria de Mérida que reclamaba comedores universitarios y atención médica para los estudiantes. De esa época, aún recuerda a cinco de sus compañeros que fueron fusilados contra un paredón en 1989, el año del levantamiento popular conocido como “Caracazo”. Mucho tiempo pasó desde entonces, pero Mayerling aún conserva la pasión y cierta informalidad de esa época: eso le da un estilo muy diferente al que podría tener un funcionario de su mismo rango –secretario de Estado– en la Argentina.