SOCIEDAD › CLAUDIO LOZANO*

Con las ideas viejas

Es importante instalar el tema salarial simbólicamente, como se ha hecho. En términos de la necesidad impostergable de discutir este asunto, basta señalar que el promedio salarial actual está 15 puntos por debajo de los niveles de diciembre de 2001, y esos puntos están distribuidos de manera muy desigual: los que más retrocedieron fueron los trabajadores no registrados y los públicos. Hay que analizar si la política aplicada hasta el momento permite poner en marcha estrategias de distribución del ingreso. Y en ese sentido, creo que se ha fracasado estrepitosamente: no sólo no se ha aplicado una política de redistribución, sino que la distribución se ha hecho más regresiva aún, porque en el modelo de crecimiento de los últimos dos años crecieron más las ganancias que los ingresos. La política del Gobierno es mejorar salarios mínimos, inducir aumentos sobre los privados registrados y dejar abierto a que, por vía del mecanismo de las paritarias, se produzcan aumentos. A lo que se agrega una política social que asigna recursos tratando de llegar a los sectores más vulnerables. Estos ejes son los que han fracasado y por eso la política actual no ha podido mover el amperímetro de la distribución ni reducir la brecha entre los registrados y los no. Este fracaso se da por un hecho básico que no se termina de reconocer: a diferencia de lo que ocurría cuando la Argentina era un país industrial y el salario era el motor de la redistribución, hoy un aumento de salarios tiene un impacto bajo y no amplía demasiado el consumo y el mercado interno. Y en el marco de una estrategia que no puede regular el comportamiento del mercado laboral por las altas tasas de desempleo, lo que ocurre es que en contextos de crecimiento económico crecen más las ganancias que los ingresos, y por lo tanto la distribución se hace incluso más regresiva. Para resolver esto hay que cambiar el enfoque y avanzar hacia una estrategia que regule el mercado laboral fijándole un piso con medidas universales: eso es lo que permite reconstruir la capacidad del ocupado de discutir el salario. Pero si se hace eso se da al trabajador capacidad de discutir las ganancias de los empresarios, lo que es resistido por el poder económico. Instancias como el Consejo del Salario deberían servir para discutir estas estrategias generales. Un giro para mejorar la distribución depende, claro está, de una voluntad política. Y en el caso actual creo que está frenado por un lado por la apelación a instrumentos que son viejos, como pensar que el salario es un mecanismo de distribución, es decir un problema conceptual, y al mismo tiempo por la resistencia del poder económico.

* Diputado nacional, economista de la CTA.

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