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Los hoteleros que se asentaron en estas playas afirman que lo que ofrecen al turista “no es caro, si se analizan bien los costos y la calidad de la oferta”. El año tiene 365 días, pero en este lugar, más que en ninguna otra ciudad costera, la temporada activa tiene apenas 80 u 85 jornadas a pleno. “En Gesell te ofrecen 20 metros cuadrados y nosotros ofrecemos 50, 60, 80 metros cuadrados, es lógico que haya una diferencia”, sostiene Esteban Palavicini y los otros propietarios asienten con su silencio. Todo bien, pero en enero, una cabaña para cuatro personas tiene un valor, por sólo una semana, de 1400 pesos. Las opciones para seis u ocho personas pueden ser un poco más económicas, si los gastos son compartidos por más de un grupo familiar, pero igual son caras, para una selecta minoría. “Esto es para los que tienen una expectativa distinta, para los que buscan un estilo que no se encuentra en ningún otro lugar de la costa argentina.” Caro pero lo mejor, parece ser la apuesta.
En todos los lugares de alojamiento, los muebles y cada detalle tienen la calidad de la que carecen los hospedajes turísticos habituales. Pero la verdadera diferencia la hace el paisaje, el mar, el bosque, el toque ecológico que ha sido pisoteado en forma permanente en la inmensa mayoría de los centros turísticos del país. Mar de las Pampas es un lugar para descansar y el setenta por ciento de la superficie que ocupa está constituida por bosques, senderos y espacios verdes. La oferta de “acción” no pasa de los paseos, a pie, a caballo, en sulky o en algún ciclomotor. En la página web, cuya dirección es www.mardelaspampas.info, pueden observarse fotos a 360 grados que sirven para aclarar cualquier misterio: desde la playa, lo único que aparece girando en redondo es playa, mar, cielo.