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Ulises y Susana González otra vez, después de tanto, entristecieron y vieron oscurecer el valle en el que viven. Son los padres de María Paula y María Emilia, dos de las tres jóvenes asesinadas en noviembre del ‘97. Sus vidas han cambiado desde entonces. Pero la ciudad, lo corriente que resulta la muerte entre el viento seco lleno de arena que suena como una amenaza cuando silba y las plantaciones de manzanas, el sino trágico de Cipolletti, los vuelven a golpear: Carmen Marcovecchio, la psicóloga asesinada el jueves, fue quien solidariamente asistió a la familia cuando ocurrió el anterior triple crimen. “Hasta hace poco todavía atendía a mi hijo Guido. No podemos salir del horror”, le dijo Ulises ayer a Página/12. Los contactos entre las víctimas de esta masacre y los González continúan. Ketty Bilbao, la mujer mayor que se recupera de un intento de degüello, es la suegra de Hugo Laurent, un conocido publicista y diseñador gráfico de la región. “Lo conocemos mucho porque él fue el diseñador de todo lo que se ha hecho en carteles después de que mataron a las chicas”, contó Ulises González. “En este momento uno esta atontado otra vez, no puede hacer un análisis frío. Conversando con los familiares de las víctimas de los otros crímenes vemos algunas coincidencias a grosso modo entre este caso y otros, sobre todo por la hora y la forma en que las matan. Pero lo que más coincide siempre es el nivel de impunidad por la relación pueden tener con el aparato judicial y político de la provincia”, opinó.