SOCIEDAD

La cuna del jazz

En Nueva Orleans, luego del huracán Katrina, lo único que sigue en pie es el jazz, cuyo nacimiento –afirman sus historiadores– se produjo hacia 1896 en esta bellísima ciudad del sur de los Estados Unidos, en la desembocadura del Mississippi. La Guerra Civil había finalizado y los instrumentos de las bandas militares que llamaban a matar fueron el vehículo de la inspiración de los afroamericanos que, desde siempre, para adorar a sus dioses producían rituales donde se mezclaban la magia negra, la percusión y el baile. Al legado de la sangre le sumaron –negros y blancos– los vientos de las marching bands y de ese modo surgió una de las expresiones musicales más contundentes y perdurables.
En Nueva Orleans, la mixtura combina los spirituals que entonaban los esclavos en las plantaciones, con el ritmo sincopado del ragtime el lamento profundo del blues y los bronces de las bandas. La improvisación fue la marca registrada del género musical, que fue madurando en los cabarets del Storyville district, la antigua zona roja de Nueva Orleans. Veinte años más tarde la explosión del jazz llegó a Chicago, donde le extendieron el certificado de inmortalidad.
Buddy Bolden, Sidney Bechet, “Papa” Jack Laine, Jelly Roll Morton y Joe King Oliver fueron algunos de los pioneros. En 1920, la voz y la trompeta de Louis Armstrong, el máximo exponente del jazz de Nueva Orleans que fue consagrado en Chicago, conmovió al mundo y se hizo universal. La ciudad fue cuna de grandes talentos, como Fats Domino, Pete Fountain, Ellis y Wynton Marsalis, Irma Thomas, The Neville Brothers y Allen Toussaint. Además del jazz, en cada esquina de esta ciudad antigua y misteriosa, que guarda aún los ecos de su etapa de colonia francesa, se escucha gospel, zydeco, rythm and blues, cajun y rock. La música predomina en los clubes, en los festivales y hasta en los funerales. Nueva Orleans también es sede de uno de los carnavales más coloridos y multitudinarios del planeta, cuya noche de cierre es el Mardi Gras, denominación francesa del martes de Carnaval. Esta fiesta es incluso más vieja que el jazz, porque comenzó en 1857. Ahora todo quedó bajo agua.

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