ECONOMíA › MODELO PRODUCTIVISTA

La receta para crecer

Dani Rodrik, economista heterodoxo de Harvard, puso como ejemplo a China, India y otros países asiáticos que impulsan una política de subvaluación de la moneda para sostener un prolongado ciclo de crecimiento.

 Por Marcelo Zlotogwiazda

“La subvaluación de la moneda es primordial para mejorar la calidad de la canasta de exportaciones de un país y, en consecuencia, para aumentar su tasa de crecimiento económico”, dijo a modo de apotegma Dani Rodrik, el prestigioso académico de la John F. Kennedy School of Government de la Universidad de Harvard, que ayer disertó como figura estelar en un seminario sobre el impacto de la globalización en América latina. Otra de sus afirmaciones que agradó a buena parte de su selecta audiencia fue que “uno de los factores que más caracteriza el éxito de China, India y de otros países asiáticos, a diferencia de América latina, es que en los primeros se siguió un enfoque netamente productivista”.
Entre los que ayer a la mañana escucharon asintiendo a Rodrik estaban los organizadores del evento, es decir los responsables del Boletín Techint, la reconocida y de larga trayectoria publicación (nació en 1949) especializada en economía del holding controlado por la familia Rocca, que con Tenaris-Siderca a la cabeza obtiene parte importante de sus beneficios de la exportación. Entre los presentes también había varios funcionarios de primer nivel del equipo de Roberto Lavagna (el secretario de Industria Miguel Peirano, los subsecretarios Federico Poli y Sebatián Katz) y economistas afines como Aldo Ferrer, que seguramente se sintieron consustanciados con el expositor.
La disertación tuvo como eje extraer conclusiones a partir del contraste entre el éxito de China, India (particularmente) y los países asiáticos en general, por un lado, y la marcadamente más pobre performance histórica de América latina, y en especial de la Argentina. “La principal diferencia es el enfoque sistemáticamente productivista de los países asiáticos, cuyos Estados nunca fueron neutrales en el devenir económico ni dejaron que los mercados decidan por su cuenta, ni mucho menos se dejaron dominar por los mercados financieros”, señaló Rodrik bien al principio. No era un comienzo como para que se sintieran cómodos algunos otros miembros del auditorio, como el varias veces ex funcionario Daniel Marx o el consultor de la ortodoxa FIEL Abel Viglione.
Rodrik puso mucho énfasis explicativo en la composición de las exportaciones. “En el caso de China, por ejemplo, lo más notable es la sofisticación de su canasta de exportaciones, que es un factor clave para determinar la estructura productiva de un país.” Al respecto señaló sin ambages que “la subvaluación de la moneda es primordial para mejorar la canasta de lo que se exporta”. En ese sentido, China y su devaluado yuan es para el expositor un paradigma, mientras que “en América latina el tipo de cambio se vio durante mucho tiempo como algo que venía determinado por los mercados financieros y por los flujos de capitales”. De más está agregar que la convertibilidad fue el caso extremo de lo no recomendable, y es fácil imaginar el acuerdo que hasta ahí debían tener con Rodrik los lavagnistas presentes.
Sin embargo, para Rodrik el éxito no depende sólo de exportar más –como efectivamente ocurre en la Argentina–, sino de qué se exporta. “Lo notable de China es que siendo un país más pobre en términos per cápita que varios en América latina, exporte productos típicos de países más ricos, como celulares, electrónica o electrodomésticos.” ¿Cómo lo logró? Además de la subvaluación cambiaria, Rodrik indicó como otra de las causas importantes a la aceptación de la inversión extranjera, pero asociada a capitales locales en forma de joint ventures, de manera de asegurar la transferencia de tecnología.
Por si quedaban dudas, el disertante insistió en la necesidad de que los países “adopten una estrategia deliberada de crecimiento” y señaló que en todos los casos exitosos “la intervención estatal siempre jugó un papel clave”. Siguiendo con su prédica en pro de ampliar diversificadamente las exportaciones, dijo que “toda experiencia exitosa de exportaciones no tradicionales está impulsada por políticas específicas” y, contrariamente a la idea instalada, puso como ejemplo el caso chileno: “Se dice que la buena performance exportadora de Chile en materia forestal, pesquera, vitivinícola, etc., es el resultado de una política económica que se guía por el mercado. Es falso. En Chile hubo políticas industriales muy concretas con subsidios e incentivos muy intensos”. También ensalzó los logros brasileños en sectores de punta como el aeronáutico o en sectores tradicionales como el de calzado, fomentados con participación del Estado en la propiedad o con subsidios, respectivamente.
Si bien machacó con la necesidad de adoptar un enfoque productivista y de contar con una política industrial (“no debe ser mala palabra”, dijo), el experto de la universidad donde estudió Domingo Cavallo advirtió que así como debe haber incentivos también debe haber castigos: “Es esencial establecer un marco institucional que combine muchos instrumentos, con subsidios y recompensas, pero también con castigos para los que no cumplen, algo que no es lo habitual en América latina, donde subsisten muchas industrias mediocres”. Y dentro de ese marco institucional agregó que “es fundamental encontrar un equilibrio entre la presencia del gobierno y la iniciativa privada, en un contexto de mutua colaboración”.

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Dani Rodrik afirmó que en los casos exitosos “la intervención estatal jugó un papel clave”.
 
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