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Para entender el fenómeno de la obesidad en prepúberes y adolescentes, Irina Kovalskys, integrante del Comité de Nutrición de la Sociedad Argentina de Pediatría, apela a una historia familiar, la de su padre: “Pertenecía a una familia pobre de judíos polacos de La Paternal. Cuando era chico, caminaba todos los días unas diez cuadras para ir a la escuela y otro tanto para regresar a su casa. Por la tarde, iba al club y si no, jugaba en la calle. Por entonces, no existía la televisión ni los video juegos, a los que lo pediatras llamamos actividades de bajo voltaje, porque limitan el gasto de energía de forma increíble”.
Para revertir el elevado índice de obesidad y sobrepeso en chicos y púberes de sectores de menores ingresos, la médica especializada en nutrición opina que el Estado debería tener en cuenta dos frentes. Por un lado, revisar los alimentos que se entregan en planes sociales y en los comedores escolares. Por el otro, ofrecer recursos accesibles para que las familias tengan a los chicos en movimiento. “La escuela pública debería aumentar las horas de actividad física y a la vez, abrir sus puertas para brindar espacios seguros para que los chicos puedan asistir a jugar, mientras sus papás trabajan, en lugar de quedarse encerrados mirando televisión. Además de su efecto de sedentarismo, la televisión bombardea a los chicos con publicidad de alimentos de bajo valor nutricional como golosinas y snacks”, señaló Kovalskys, quien en dos semanas viajará a San Pablo en representación del país, para participar de una reunión de expertos convocada por la Organización Mundial de la Salud para tratar el problema de la obesidad en Latinoamérica.