Miércoles, 27 de febrero de 2008 | Hoy
La concentración estuvo musicalizada por una ronda de percusión de unos quince tamborileros y bombistas. Entre ellos, los dos chicos menores de 18 años que fueron detenidos el viernes en la comisaría 33ª. Alejandro, el más joven con 16 años, porta bigote y se acomoda el bombo para comentarle a Página/12 cómo fue estar 36 horas preso. “Estaba durmiendo y me avisaron que venían a reprimir. No encontraba mis zapatillas y (los policías) empezaron a acercarse y me tiré al piso. Ahí me agarraron y aunque les dije que era menor me pegaron, me metieron en el móvil y me llevaron. Después, en la comisaría, no me pegaron y me pusieron en una celda con Marcos, pero no nos daban ni agua ni nos dejaban ir al baño”, relató. Marcos tiene 18 y era su compañero de campamento. Su detención fue, según cuenta, incluso más violenta: “Uno de los policía me apuntó con un ‘fierro’ en la boca del estómago, forcejeamos y saltaron dos que me metieron piñas en las costillas y me tiraron al móvil. Me cansé de decir que era menor, pero me metieron en una celda con adultos, hasta que me pidieron los datos y se dieron cuenta. Cuando mi viejo me sacó, ya llevaba 13 horas adentro”.
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