Habrá que acostumbrarse a ver juntos en Santa Fe a Cristina Fernández de Kirchner y Hermes Binner. Compartieron ayer la entrega de viviendas en la localidad de Villa Gobernador Gálvez y volverán a encontrarse el próximo 20 de junio. “Acepto gustosa la invitación”, anunció la Presidenta, en respuesta al convite que el mandatario santafesino le hizo para celebrar allí el Día de la Bandera. El gesto de Binner no pasó inadvertido entre los socialistas, que se dividen entre quienes quieren llevar al partido junto al kirchnerismo y los que entienden que deben continuar parados en la vereda de la oposición.

La de ayer fue la primera visita de Fernández de Kirchner a Santa Fe desde que asumió la Presidencia. El objetivo de su desembarco en esa provincia fue la entrega de 230 viviendas en Villa Gobernador Gálvez. Allí la recibieron Binner y el intendente local, Jorge Murabito.

“Quiero decirles que este proyecto de inclusión social no pertenece a un sector; es de todos los argentinos y para todos los argentinos”, dijo la mandataria en el acto de adjudicación de las casas, edificadas –en el marco del Plan Federal de Construcciones– en terrenos comprados por el sindicato de la carne local. Afirmó, además, tener “mucha confianza en el futuro, pero también en el presente, porque lo estamos construyendo con solidez”.

La visita de la Presidenta a Santa Fe tenía de por sí una connotación política que se tornó mayor a partir del anuncio de su retorno el próximo 20 de junio. Los socialistas tienen el próximo 8 de marzo un congreso partidario en el que fijarán una posición política y convocarán, además, a las internas que deben realizarse a mediados de año.

En el socialismo hay una división clara: algunos están con el Gobierno y quieren juntar al socialismo con el kirchnerismo. Otros sostienen que hay que mantener al partido en la oposición.

Los socialistas aliados a los K ponderan la oposición “constructiva” de Binner. Y lo nominan como eventual sucesor al frente del partido del senador Rubén Giustiniani, que acompañó a Elisa Carrió en la fórmula presidencial de la Coalición Cívica.

Binner evita los tironeos de unos y otros. Trata de refugiarse en su gestión como gobernador de Santa Fe y de mantener una relación cordial con la administración nacional porque sabe que de eso depende el éxito de su gobierno. Ayer se mostró diplomático frente al anuncio de que Néstor Kirchner llevará al PJ a la Internacional Socialista. “Una incorporación a una mesa de diálogo internacional siempre ayuda a comprender la problemática internacional y a observar las decisiones que se toman colectivamente, para luego aplicarlas cuando son gobierno en sus propios países”, analizó.

Su visión de la jugada del ex presidente difiere por completo de la que tienen quienes pretenden mantenerse en la oposición y avalan la continuidad de Giustiniani en la conducción del partido: “Kirchner –rezongó uno de esos socialistas– busca meter una nueva cuña dentro del socialismo”.

En su visita a Rosario, a Fernández de Kirchner no sólo la recibirá Binner, sino también el intendente de esa ciudad, Miguel Lifschitz. Los socialistas afines al Gobierno lo tienen en la mira para el caso de que no logren convencer a Binner de conducir el partido. La semana pasada ya estuvo con Kirchner en su oficina de Puerto Madero.