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¿Recuerda alguna caída del salario real semejante a la actual?
–Durante el inicio de la última dictadura el salario real cayó un 40 por ciento y se sostuvo con 30 mil desaparecidos. El derrumbe actual del salario en relación con la canasta básica de alimentos es similar y se está sosteniendo con la figura de los excluidos. Siempre la caída de los salarios conlleva un costo social inconcebible.
¿El derrumbe es producto de una transformación estructural o se puede revertir en el corto plazo?
–Va a ser muy difícil encontrar una salida, aunque en el corto plazo mejore el nivel de empleo y la actividad industrial. La distribución regresiva del ingreso limita la posibilidad de aprovechar la nueva paridad cambiaria. El Plan Jefes de Hogar tiene un efecto redistributivo, pero es insuficiente. Se debe adecuar su nivel a valores más cercanos a la canasta de indigencia al mismo tiempo que se negocian aumentos de salarios más significativos y se impulsa una política monetaria tendiente a favorecer el financiamiento de las empresas.
Sin embargo, pareciera que se busca una reactivación basada en el abaratamiento de la mano de obra.
–Centrar el crecimiento económico en la transitoriedad de los costos laborales es una apuesta de corto plazo. Ese tipo de competitividad se pierde rápidamente. Un claro ejemplo son los países del sudeste asiático. Los que siguieron apostando a la competitividad de los bajos salarios son los que entraron en crisis más rápido.