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¿Cómo se explica que entre 1950 y 2002 el poder adquisitivo haya disminuido casi un 70 por ciento?
–Antes que nada se debe formular una reserva metodológica porque una serie tan larga plantea problemas de comparabilidad, aunque cuando el resultado es tan extremo es imposible negar la evidencia. Este resultado es atípico a nivel de la experiencia internacional. En las economías centrales hay una tendencia sostenida de mejoras del salario real en el largo plazo. Aquí no sólo tenemos fuertes alteraciones del nivel de vida en períodos cortos sino también una caída alarmante en el largo plazo.
¿Se puede revertir la tendencia?
–Es difícil imaginar una recuperación en el medio de una crisis económica, social y política como la actual. No hay que cultivar el pesimismo, pero hay que ser realista.
¿Qué políticas se deberían impulsar para intentar una salida?
–No hay mejor política social que la política de empleo porque si uno logra que la gente tenga trabajo resolverá la pobreza y la indigencia. Ahora bien, no hay mejor política de empleo que la política de crecimiento económico.
¿Se debe apostar al mercado interno o a las exportaciones?
–Se debe guardar un cierto equilibrio. La salida no pasa por convertirse en una economía agresiva en el mercado internacional mientras se mantiene un mercado interno deprimido. Aunque tampoco todo debe pasar por el mercado interno, porque no se puede negar la globalización de las relaciones económicas.