MUSICA
Basada en un drama de André Gide, esta obra de Alexander Zemlinsky sube a escena con régie de Marcelo Lombardero, dirección de Günther Neuhold y escenografía de Daniela Taiana, elegida por concurso.
Por D. F.
Había cometido algunos errores. Ser judío, desde ya, pero también haberle puesto música a textos de poetas negros, como Langston Hughes, y, obviamente, tener un estilo que no sonaba ni muy optimista ni demasiado confiado en la solidez de las tradiciones musicales prusianas. En 1933, Alexander Zemlinsky debió abandonar Alemania para volver a su Austria natal. El anexamiento de 1938 lo obligó a emigrar a Estados Unidos, donde murió totalmente olvidado apenas cuatro años después. Su música se corresponde con exactitud con lo que los estetas del nazismo definieron brutalmente como música degenerada –entartete musik–. Y en Buenos Aires se la podrá escuchar, por primera vez, hoy a la noche, cuando suba a escena, en el Teatro Colón, la ópera El rey Kandaules, basada en la obra teatral de André Gide y estrenada en Europa recién en 1996.
Profesor y más tarde cuñado de Arnold Schönberg –que se casó con su hermana Mathilde–, Zemlinsky fue, en esta ópera, sumamente literal con respecto a la obra de Gide. “Empecé por allí; por estudiar la obra de Gide”, cuenta a Página/12 Marcelo Lombardero, régisseur de la puesta que se verá, además de en la del estreno, en otras tres funciones, el domingo 4 a las 17 y el miércoles 7 y el viernes 9 a las 20.30. Gide, ganador del Premio Nobel de Literatura en 1947, se remonta a la historia de Lidia (actualmente Turquía) para elaborar una suerte de parábola. “El eje, para mí, está en el mostrar y en el ocultar; en lo que no existe si no se lo muestra, llegando al extremo de quien ofrece a su mujer para poder sentir que es bella y que le pertenece. El tema es, también, la envidia”, señala el régi- sseur. “Y el hecho de que esta obra fue escrita antes del exilio marca una referencia política, sin duda. Kandaules será sucedido por un dictador y, en un sentido, puede pensarse que él es a Gyges lo que Hindenburg a Hitler.” Recién designado director artístico del Colón, Lombardero debió habérselas con una programación de trabajo “que no tenía en cuenta los tiempos lógicos y necesarios de producción. Todo estaba pensado para maltratar a los artistas y debí recurrir a mi función de director mucho más que lo que hubiera deseado como para poder lograr las condiciones necesarias para que pudiera hacerse un trabajo digno”.
Con dirección musical del austríaco Günther Neuhold y la participación de la Orquesta Estable y el Coro Estable –preparado y dirigido por Salvatore Caputo–, El rey Kandaules se estrenará con escenografía de Daniela Taiana, ganadora del Concurso Nacional de Escenografía organizado por el Teatro Colón. El vestuario es de Luciana Gutman, la iluminación de Roberto Traferri y el elenco estará encabezado por el tenor turco Hakan Aysev, el barítono austríaco Peter Edelmann y la soprano estadounidense Nina Warren, que protagonizó La Walkyria de Richard Wagner en julio pasado. Regisseur de Diálogos de carmelitas, de Francis Poulenc, y El emperador de la Atlántida, de Viktor Ullman, para la Opera de Cámara del Teatro Colón, Lombardero situó la acción “en una época que no es ninguna época en particular, aunque algunos detalles de vestuario y escenografía la ubican cerca de la actualidad y, posiblemente, en algún lugar del cercano Oriente”. Y en relación con las adaptaciones, afirma: “El teatro está vivo, no muerto, y la ópera es teatro. Teatro musical pero teatro al fin. Lo que importa, aunque algunos puristas se enojen, como sucedió en la versión de El barbero de Sevilla que se presentó en el Colón el mes pasado, es que lo que se haga ayude a contar bien la historia que se quiere contar y que esa historia se entienda bien. Para eso son las régies. Para contar historias”.