Viernes, 11 de mayo de 2007 | Hoy
TEATRO
Cuando los productores de la versión nacional de Cabaret convocaron a Jorge Ferrari para encarar el diseño escenográfico, la consigna fue clara: querían algo innovador, diferente a las diversas puestas que ya circulan por el mundo. Al imaginar un cabaret, lo primero que se le vino a la cabeza a Ferrari fueron unas sensuales piernas de mujer, y enseguida hizo la propuesta. Así, el escenario del Cabaret argentino estará gobernado por dos piernas gigantescas, que se imponen desde el escenario hasta el cielo raso, en medio de la escena. Además, Ferrari reconstruyó el backstage del cabaret a la vista del público: las puertas de los camarines y toda la poderosa maquinaria de un teatro, con sus imponentes puentes metálicos, ocupan el espacio escénico. La tarea de realización fue doblemente ardua, teniendo en cuenta que había que dar forma no sólo al escenario, sino también a toda la sala. “Lo que me preocupaba era que si éramos muy realistas esta obra debía estar hecha en un sótano para 100 personas”, explica Ferrari. “Debía armar el cabaret en este teatro enorme para mil localidades y al mismo tiempo lograr que la gente al ingresar se sumergiera en ese submundo más under, que era el de la vanguardia de los años ’20.”
–¿Es una tendencia en la actualidad que los musicales, además de realizar una puesta escenográfica, transformen toda la sala?
–Víctor Victoria lo hizo tomando la idea prestada de Cabaret, pero aquélla no es una obra que en otros países tenga una puesta semejante. No creo que sea una tendencia que ahora todas las obras se hagan modificando la sala, porque tampoco es un buen negocio. Al poner mesas, la cantidad de butacas disminuye entre un 20 y un 30 por ciento. Además, implica una inversión de más del doble de la escenografía, porque todo es “mega”. Son 500 sillas, 125 mesas, 180 veladores... Y cada cosa está diseñada. Las bombitas están patinadas una por una para que parezcan viejas, con tierra y polvo. Y son muchas...
–¿Cuántas personas trabajaron en la transformación del teatro Astral?
–Trabajaron más de 50 personas. Hay muchos equipos de realización: hay un grupo de escultura, que hizo las piernas y los veladores en resina, porque, aunque parezca mentira, no son de bronce. Otro grupo de pintura artística, porque yo quería que todo se viera gastado, viejo. Nos hemos inspirado en la pintura expresionista, de Munch, de Otto Dix. Estoy muy contento, porque esta puesta no tiene nada que ver con la de Broadway; trabajé con libertad y es sumamente original.
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