Viernes, 5 de septiembre de 2008 | Hoy
MUSICA
Con 21 años y a punto de editar su primer disco, Loli Molina presenta sus canciones que, entre aires folk, bromas y contradicciones, la ven llegar como una feliz promesa blindada de ingenuidad. Por ahora.
Por Guadalupe Treibel
“¿Querés escuchar una canción?”, pregunta Loli Molina entre charla y palmeritas dulces de domingo. Y, de la nada, agarra la guitarra que, cual DNI, siempre carga sobre el hombro. Dispara el primer tema, “Ricardito”; “uno de los más nuevos”, dice. Mientras los dedos se escurren entre notas, la voz inaugura cierta forma de trance en el miniconcierto de patio.
La voz de Loli/Dolores es intimista y personal, suave y femenina; dulce. Con naturalidad combina imposibles como reversionar en clave folk “Karma chameleon”, la canción popularizada por la figura andrógina de los ’80, Boy George, líder de la banda británica Culture Club –que este sábado, justo, se presenta en el Luna Park–. Dice, desde el cover: “Si escucho tus mentiras/¿dirías que soy una chica sin convicciones?/¿que soy una chica que no sabe/cómo vender una contradicción?”.
Saber, sabe. Porque con 21 años la jovencísima cantautora a punto de editar su primer disco solista se reconoce en un punto de intersección: “Soy grande pero chica, sensual pero inocente. El concepto es el contraste y la convivencia de un montón de elementos en uno solo, que es una canción, un disco, una foto. Está bueno y es raro porque no se termina de entender nunca. Por eso también, cuando me preguntan qué género hago, respondo: Otros”.
El disco, que saldría en octubre, ya tiene nombre, pero Loli no lo adelanta. Sólo aclara: “Sigue con la historia de los contrastes”. Ok, no vale insistir. Lo que la artista sí cuenta es que todos los temas fueron compuestos por ella (salvo “Karma Chameleon”, claro) y que las versiones del larga duración no son exactamente como las de su myspace (www.myspace.com/loli
molina). “Se parecen al vivo pero tampoco tanto”, ¿explica? Y agrega: “Es un disco acústico pero con otros elementos. Todo parte de una guitarra española y está construido alrededor de eso, pero el tratamiento que se le da a la música es muy moderno”.
Acompañada por Hernán Jacinto y Nico Cota, las otras dos patas del proyecto, el disco contará con la presencia de músicos como el bajista Javier Malosetti o Alejandro Franov, entre otros.
Sobre el recuento, fue justamente a través de Franov que le llegó lo que ella define como “una invitación amorosa”: el llamado de Juana Molina para que toque en el ciclo Nuevos Aires Folk 2007, donde la autora y ex cómica era curadora. “Fue mi primera fecha como Loli Molina, con mis canciones. Fue un primer todo. ¡Me dio un ataque de nervios! Esa noche nació mi apodo ‘Pato’, porque cuando me enculo saco el pico”, describe la pequeña cantante, sin parentesco con la ex Juana y sus hermanas.
De todas formas, hasta el gran debut, pasaron varios años. “Arranqué con la música de súper chiquita ¡Era un aparato! ¡Me la pasaba cantando! A los 10 años me cansé del piano y quise una guitarra. Estudié en la Escuela de Música y, cuando terminé el secundario, empecé la carrera de Composición. Estuve dos años y medio hasta que dejé porque no lo sentía mi lugar. Practicaba guitarra clásica cinco horas al día, súper estricta. Hasta que un día escribí una canción y fue una síntesis de todo. Yo me siento una síntesis”, relata la chica que encontró su forma de comunicar y logró sellarla en una de las grandes compañías discográficas, Sony Music y bajo la producción de su “hermanito mayor”, Nico Cota.
“Si me mareé y me enredé, es porque no sé mentir/Si dije sí y después no, es porque no sé elegir/Es que yo siempre llego tarde/Siempre me olvido de acordarme/Ya sé que te molesta/perdón”, canta Loli en “Sí”, una de las canciones-adelanto de su MySpace. Y el juego de opuestos vuelve a hacerse presente. Pero, más allá de las palabras, Molina aspira alto: “No siento que por ser argentina, cantar en castellano o tener 21 años no puedo ser universal. Para mí, la música es un lenguaje de todos”. Y la pequeña risueña que sueña con viajar y “tocar, tocar, tocar y tocar” va por más: “No me interesa tener un disco re lindo y que suene en la radio nada más. Bah, también quiero que suene en la radio y tenga su video en televisión. Quiero todo”, dice –entre risas y con una seguridad que le agrega años–. Entre carcajadas, bromea: “¡Ya voy a empezar a pedir mi camarín propio con sábanas de hilo egipcio!”.
A Loli no le gusta ver televisión, salvo raras excepciones: programas de historia, canales de animalitos y Montaña Rusa (el show teen de los ’90). “Me interesa la proliferación de las jirafas, de los canguros. Uno se olvida de que los animales existen, que hay algo en el mundo que es un rinoceronte. Por eso, en mi cuarto puse figuras chiquitas de cebras y otros. ¡Pensar que hace un montón transitaban mulitas gigantes! Quiero salir y encontrar eso, no un taxi”, asegura la veinteañera que no come “nada que haya tenido párpados”.
Sobre su música, la genealogía de sus influencias no tiene principio ni fin porque, para esta “esponja musical”, “en todo hay algo que está buenísimo”. Por ejemplo: “De chiquita escuchaba Michael Jackson, iba al colegio y me enseñaban las canciones de Fito Páez, me gustaban los Guns n’ Roses porque Axl Rose me parecía lindo. ¡Si hubiera sabido lo que era un quemado en ese momento! Pero tenía cinco años. Cuando estudié mucha música clásica, se me caían las lágrimas escuchando a Bach y si voy a bailar y me ponen un tema de Boy George, me muero. Te canto un tema de Gloria Trevi porque me parece genial. Y todo eso está en mí”.
Viviendo sola por primera vez, con un disco por salir que edita Sony y varias fechas pautadas en los próximos meses, Loli es Señorita Intensidad. En ocho minutos, se enamoró de un chico que vive en Madrid y voló a visitarlo. “Llevo todo al extremo. De hecho, empecé terapia y, en la primera charla que tuve con el psicólogo, le conté toda mi vida en 40 minutos. Me dijo algo súper interesante, que yo relacionaba lo intenso con lo complicado y que no siempre es lo mismo. Es que llevo al extremo lo lindo y lo feo, me enamoro con todo y me desenamoro con todo, me entrego, lloro, río.” Así, entre bromas y contrastes, presenta su música: canciones tristes pero alegres. O alegres pero tristes. Canciones que hay que escuchar.
Loli Molina con Nico Cota & Hernán Jacinto
28 de septiembre 2008, 21.30
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