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“Creo que yo escribo así, sin principio ni fin, como si estuviera en una conversación continua con matices de silencio y sonido. Lo que me gusta es contar ese recorte o momento como una pincelada, como una fotografía que convierte en universal cualquier historia y cuyo comienzo y final son irrelevantes frente a la intensidad que se juega en ese instante casi siempre común y cotidiano.” Estas palabras de Cintia Zaremsky Schenquerman enmarcan Derivas de la luz, el libro que compuso junto con Uri Gordon, el fotógrafo montevideano que en estos días presenta su muestra Apuntes de Buenos Aires en el Centro Cultural Recoleta. Ambos conocieron sus respectivas producciones por amigos comunes en Facebook. Los veinte textos de Zaremsky (especie de paseos de la palabra impulsados por las fotografías de Gordon) narran siempre formas de vínculos: encuentros, separaciones, esperas, diálogos. “Creo que ambos percibimos en el otro un estilo artístico semejante: la fotografía de Uri es de algún modo literaria –dice Cintia–, busca la composición de una escena en la que algo ‘está sucediendo o está por suceder’. Mi forma literaria es fotográfica, es el relato de instantes que develan alguna historia cuyo principio y fin no es explícito, no se desarrolla. La razón de ser de mis textos, su sentido, está en ese detalle que deja entrever que allí hay una historia posible.”

Semanas atrás, Derivas de la luz fue uno de los ganadores del certamen a los libros mejor impresos y editados en 2013 en la categoría Arte/Diseño/Arquitectura/Fotografía, premio que otorga anualmente la Cámara Argentina de Publicaciones. Con diseño de Silvia Gabarrot, quien concedió a las páginas impares las imágenes de Gordon (donde se alternan, así como el detalle y la vista urbana, el blanco y negro y el color pleno), y a las páginas pares los textos de Zaremsky, las historias íntimas e imaginarias de los habitantes de la Ciudad de Buenos Aires encuentran un marco inusual.

Cintia es hija de la pintora Silvia Schenquerman y del músico Abraham Zaremsky. Desde niña, su vida estuvo vinculada con las artes, la educación y la comunicación. No asombra que en la actualidad se dedique al desarrollo combinado de varias de estas áreas en videos educativos o documentales, campañas de prevención, coordinación de talleres y de materiales didácticos. A comienzos de 2014, su carta-cuento “Candor” fue elegida finalista de la XIII Edición del Certamen de Cartas de Amor “Antonio Villalba”, organizado por la Escuela de Escritores en Madrid y luego publicada en Caras y Caretas. En ella, un alumno de la escuela primaria le escribe a la señorita Ema, su maestra, quien a causa del secuestro ilegal de un familiar (y la amenaza de que ella sea la siguiente víctima) ha debido dejar el colegio. Entre líneas, la ingenuidad del chico y la información que los adultos filtran en su conciencia cumplen de manera inquietante con el requisito de la misiva amorosa.

En este momento, la autora coordina un proyecto para adolescentes sobre consumo de alcohol y prevención de accidentes. Para su desarrollo, diseñó un dispositivo que consiste en el análisis de casos famosos desde la mirada de distintos personajes y disciplinas. Einstein, Freud, Da Vinci o Mandela “analizarán” en grupos de Facebook el caso Pappo o la trágica muerte de Rodrigo. En simultáneo, Zaremsky escribe un relato de ese proceso colectivo, que se puede seguir en http://registroprofesional.tumblr.com/

“Disfruto mucho de la comunicación en todas sus formas. Siempre escribí, desde muy chica, pero en los últimos años se me impuso como un tsunami la necesidad de hacerlo desde mi imaginario”, comenta la autora. Como en eco, uno de los personajes de Derivas de la luz revalida: “En las historias, las personas transitan por los renglones sin chocarse, ni hacer bullicio. Amo eso”.