Viernes, 16 de septiembre de 2005 | Hoy
“Cuando decimos que el Chagas es una enfermedad silenciosa sólo constatamos un hecho objetivo: es una enfermedad que, en la mayoría de los casos, se presenta sin signos ni síntomas que hagan sospechar su presencia durante varios años. Los pacientes que la sufren a menudo no saben que están infectados hasta que la afección cardíaca o digestiva se manifiesta ya en la fase crónica de la enfermedad. Sin embargo, cuando decimos que el Chagas es una enfermedad silenciada queremos directamente señalar que hay quienes la silencian”, puntualiza Emilia Herranz Montes, presidenta de Médicos Sin Frontera de España en la presentación de Chagas, una tragedia silenciosa, editado por esa organización no gubernamental. “Este libro es un testimonio con el que pretendemos denunciar la falta de voluntad de quienes podrían y deberían tenerla para atajar un problema con el que viven y por el que mueren miles de personas en el continente americano”, subraya.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) estima que hay 18 millones de personas infectadas en el continente y que, de ellos, el 20 por ciento tendría los síntomas clínicos que caracterizan al Chagas. Y, aproximadamente, en toda Latinoamérica mueren, cada año, 43.000 personas por esta enfermedad derivada de la picadura de la vinchuca. También la OMS calculó que la pérdida económica para el continente por la mortalidad precoz y los efectos del Chagas entre la población joven en años productivos es de 8156 millones de dólares al año.
Sin embargo, nada hace frenar una enfermedad evitable. “La enfermedad del Chagas está directamente relacionada con las precarias condiciones de vida de quienes la padecen: deficitario acceso a servicios de agua y saneamiento, insuficiencias en educación, inadecuado acceso a servicios de salud y, sobre todo, las malas condiciones de la vivienda. El Chagas es inseparable de la pobreza”, dictamina Médicos Sin Fronteras.
Según esta investigación, hay indicios que permiten afirmar que el propio descubridor del origen del hombre –Charles Darwin– pudo haber muerto a causa de alguna patología chagásica adquirida durante su travesía americana en el siglo XIX. Dos siglos después, el Chagas es una enfermedad congelada en el tiempo. Se conoce su origen. Pero, por alguna razón, la evolución, de la que hablaba Darwin, todavía no llegó al Chagas.
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