Más de un cinéfilo ha de estar sollozando en los rincones de Francia, y no sólo por haberse acabado la edición 2015 del Festival de Cannes. Lo que de seguro tiene a más de un galo a moco tendido es que el pasado 30 de mayo terminó Real Love, retrospectiva que abarca las pinturas de un probado actor, realizadas entre 1975 y 2015. Para los desprevenidos, pocas pero certeras pistas, provistas por el medio británico The Telegraph: “Nos dio Rocky, nos dio Rambo; ahora revela su costado expresionista”. O sea: Sylvester Stallone presentó sus nutridos lienzos por segunda vez en cuarenta años (la primera exhibición fue en San Petersburgo, en 2013) y en los pocos días que duró la muestra, la Galerie Contemporaine du Musée de Nice, en Niza, explotó de visitantes. “Primero fui pintor, después actor y luego guionista”, explicó Stallone. “Tuve una infancia dura y una mala relación con mis padres. Tendría unos 8 años cuando empecé a expresarme de manera visual.” Y agregó: “Cuando no puedo decir lo que siento de otra manera, pinto. La pintura es, para mí, la verdad inmediata”. Para los incrédulos, o patidifusos, no sacó los guantes, pero sí acercó ciertas explicaciones (además de contar que tiene entre 200 y 300 pinturas, la mayoría realizada en el garaje de su mansión de Miami, donde suele pintar desnudo): “Puede ser difícil de entender para algunas personas, pero también se pueden tener otros talentos además de la interpretación”. Verdad que sí, claro; aunque algunas de sus piezas –Finding Rocky, por ejemplo– demuestren que nunca ha dejado al icónico boxeador de lado... Con todo, los críticos le dan la diestra. “Stallone muestra un admirable dominio del difícil arte del empaste”, se pudo leer en Le Monde. “Sabe trabajar el esmalte, no duda en incidir en la masa o dejar que la pintura líquida se vierta en su propio laberinto. Sus temas son, a menudo, inquietantes.” Nada mal para un musculoso que no ganará por nocaut, pero acaso lo logre por puntos.