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Domingo, 7 de junio de 2015

A LO BESTIA

PERSONAJES Se formó en el circuito del stand up under neoyorquino y ahora se codea con Tina Fey, Jerry Seinfeld y Julia Louis-Dreyfus: la comediante Amy Schumer le debe su ascenso meteórico a su negrísimo, feroz e incorrecto sentido del humor, que desenmascara el lado más absurdo de la desigualdad de género y el más cruel de ciertos comportamientos sociales. Desde 2013 su show Inside Amy Schumer –que va por su tercera temporada y se puede ver en Latinoamérica por Comedy Central– es una ametralladora de chistes sexuales, parodias de celebridades y desvergüenza; el mes que viene, además, estrena Trainwreck, su primera película como guionista y actriz, dirigida por el gran Judd Apatow, donde se atreve a tocar cuestiones personales entre la risa y el desgarro.

 Por Andrea Guzmán

¿Qué hacen las poderosas y premiadas Patricia Arquette, Julia Louis-Dreyfus y Tina Fey reunidas junto a un lago en una excéntrica fiesta de té al estilo del sombrerero loco de Alicia en el País de las Maravillas? Pues, además de sorber helado derretido directo del envase, están festejando “el último día cogible” de una de ellas. Ese día en que la industria considera que ya tienen demasiada edad para ser “creíblemente” sexies y los posters de sus películas comienzan a ser fotos de mobiliario. Amy Schumer lo hizo posible, la nueva gran estrella de la comedia norteamericana reunió a sus máximas heroínas en un sketch de gran lucidez, cruel e increíblemente gracioso a la vez –una mezcla que es también la base que sostiene su serie de televisión– sobre las chicas en la industria del espectáculo, el compañerismo femenino e incluso la depilación facial. “Me dijeron que era demasiado vieja para interpretar a la esposa de Larry King”, comenta Patricia Arquette en el festejo. Ahí en la mesa, comiendo helado junto a las referentes de la comedia, ya parada en la tercera temporada de su propio show y a punto de estrenar su primera película, la otrora comediante asidua al stand up del under neoyorquino Amy Schumer tiene bien ganado el lugar en la mesa del té. “¿Acaso eres la chica de la tele que habla sobre su vagina todo el tiempo? ¡Ven a hablar sobre tu vagina con nosotras!”, le dice Louis-Dreyfus a Amy, que ya no es ninguna principiante y que lleva un tiempo divirtiéndose en grande haciéndolo en los shows de trasnoche de la televisión norteamericana, que no dejan de invitarla a charlar, así como los recientes MTV Movie Awards donde fue elegida como presentadora.

“Hola, soy Amy Schumer, soy feminista y éste es mi gang bang. Sus penes no nos están penetrando, nosotros estamos envolviendo sus penes”, declara la comediante en una de sus presentaciones, rodeada de hombres con sobrepeso. Sobre hilarantes situaciones que desenmascaran el lado más absurdo de la desigualdad de género y el irracional funcionamiento de ciertas ideas establecidas, transita con oscurísimo, feroz e incorrecto sentido del humor Amy Schumer. “¿Leíste un mensaje extraño en el celular de tu novio y simplemente confiaste en él? ¿Te sientes menos mujer por eso? Entonces deberías tomar este estrógeno, que de inmediato aumenta tu índice de suspicacia y llanto en el trabajo”, anuncia uno de los sketchs de su programa. A diferencia de varios de sus antecesores que trabajaron con esmero en un estilo determinado de comedia stand up, a Amy Schumer no le interesa demasiado el humor de observación, la búsqueda de la frase perfecta, ni encontrar un vuelco ingenioso al minimalismo de lo cotidiano. Antecesores como Jerry Seinfeld, por nombrar alguno, que ya la invitó a su show Comedians in Cars Getting Coffee, donde mantiene pequeñas e íntimas charlas con personalidades actuales de la comedia. “Te encanta ver a hombres blancos pasarla mal ¿no?”, le pregunta Seinfeld. “La verdad que sí”, responde simple e inocente una Schumer sonriente con cara de niña, grandes ojos azules, cachetes rosa y perfecto cabello rubio. Una imagen que ella explota con eficacia, porque ciertamente desconcierta ver a esta ordenada y pulcra chica de bien, lanzarse a hablar sobre todo eso que a ella tanto le acomoda y le compele: temas sensibles, embarazosos, violentos. “Pero generalmente ese tema es mi concha”, aclara ella.

En 2013 salió al aire Inside Amy Schumer, su propio show, que ya por la tercera temporada se transmite en Latinoamérica a través de Comedy Central y que incluso estuvo nominado en la entrega anterior de los Emmy. Todo esto fue posible gracias a la sólida presentación que la posicionó definitivamente entre los comediantes más cotizados: sucedió durante un programa llamado Roast Charly Sheen, un evento ya clásico dentro de la que terminaría siendo su señal, donde varios comediantes se reúnen para burlarse de personalidades televisivas y en el que ella arrasó con un duro repertorio que incluía chistes sobre enfermedades letales, muertes recientes y los insultos más imaginativos. Poca importancia tiene a esta altura que Seth MacFarlane la haya presentado en esa oportunidad con un cínico: “Reciban a Amy Schumer, jamás he oído hablar de esta mujer en mi vida”. Porque después de verla en escena, los ejecutivos de Comedy Central apostaron por su nombre y le dieron tarjeta verde para que hiciese de las suyas con un formato de programa propio. En él, se permite revolver fragmentos de sus shows de stand up, sketches cortos, entrevistas a desconocidos en la calle o parodias a comerciales de productos absurdos, que recuerdan en lo burdo y desagradable a los que se animan a hacer los muchachos de Tim and Eric Awesome Show Great Job. Una marca del estilo Schumer es que, excediendo este grotesco inicial, es regla que se cuelen ideas agudas y desoladoras que evidencian el lado más cruel del comportamiento social. “Este increíble colchón me hace dormir toda la noche, como si nunca hubiese sido abusada”, dice una entusiasta Amy en uno de esos sketchs.

El show se permite contar constantemente con invitados de lujo como Paul Giamatti, la maestra Jeanene Garofalo o Amber Rose, a quien también besó apasionadamente en los premios MTV para intentar opacar el beso de Madonna y Britney Spears. Algunas de las escenas memorables incluyen, por ejemplo, un novio que le confiesa tener sida: “¡Brindemos! Me gusta, los noventa han vuelto”. También un diálogo con Dios –que en el universo Schumer es gay– para que la libere del herpes que le contagió un desconocido. O una increíblemente pegadiza canción pop donde se rodea de chicas semidesnudas para rapear moviendo su trasero: “¿Esto te parece sexy? Si, ésta es mi máquina de helado, por aquí es donde sale mi caca”. De una stripper para perros, a una tienda que vende ropa para mujeres que “están por perder peso”, van las situaciones al extremo del realismo mágico que la comediante inventa como representación de una realidad que casi nunca deambula demasiado lejos de su reverso cómico. Como si quisiera decirnos, aunque resulte inquietante: ¿De verdad es esto lo que te parece absurdo? ¿Ya probaste prender las noticias, entrar a un shopping o escuchar una conversación de gimnasio?

Amy Schumer pasó parte de su infancia en el Upper East Side, una chica de cierta clase acomodada neoyorquina cuya familia perdió todo su patrimonio, mientras transitaban un divorcio y al padre le diagnosticaban esclerosis múltiple. Schumer cuenta que durante este momento crítico de su vida se hizo íntima de su hermana menor, que también es guionista de comedia, y ambas descubrieron que la manera más certera para referirse a temas sensibles o serios era través del humor. “En realidad pasó que se me cayeron los dos dientes delanteros el mismo día que me llegó la regla y además mi madre me prohibía depilarme los muslos”, bromeó Amy, cuando Conan

O’Brien le preguntó en su set sobre los orígenes de su faceta cómica. Porque a estas alturas no hay programa donde no se haya sentado, e incluso estuvo posicionada en la lista de las 100 personas más influyentes del 2015 según Time. “En serio, yo era la persona menos importante en ese lugar. Quería decir: oigan, mírenme, estoy aquí y acabo de hacer un nuevo chiste sobre conchas”, contó con muchísima dignidad esta chica, que en vez de posar en la alfombra roja del evento decidió fingir una brutal caída boca al suelo para quitar un poco de protagonismo a Kanye West y Kim Kardashian. Aunque la propuesta no tuvo éxito y la pareja siguió camino a su costado como si nada, la revista Entertainment Weekly no se demoró en dedicarle la portada de una de sus ediciones de abril, en la que aparece totalmente desnuda, a la manera del afiche de Belleza Americana. Claro que, en vez de pétalos de rosa, la cubren dos mil mini botellas de alcohol vacías. “Creo que me etiquetan como una comediante sexual sólo porque soy mujer. Un hombre podría estar en el escenario literalmente con la pija al aire, y dirían que es un comediante intelectual”, opina Amy en la entrevista del semanario.

En julio de este año se estrena Trainwreck, el primer largometraje escrito y protagonizado por Schumer que además está dirigido por Judd Apatow, a estas alturas responsable de un puñado de clásicos de comedia instantáneos. Director y productor que tanto ha influido en el carácter del humor americano actual, ese que pervierte el formato más clásico de comedia romántica chico/chica y se interesa por relatos de amor entrañable entre amigos, las vicisitudes de la adolescencia o el costado más absurdo del cotidiano familiar. Cintas como Virgen a los 40 o Ligeramente embarazada, se unen a esta nueva apuesta que además excede la tradición Apatow, primero porque el director se animó con una pieza semiautobiográfica totalmente escrita por otra persona, y también porque la protagonista y desadaptada heroína esta vez es una chica. Una Schumer periodista de revista masculina, hija de padres divorciados y con terror al compromiso y la monogamia, que experimentará con espanto el primer amor de la mano de Bill Hader, su coprotagonista y estrella de Saturday Night Live. La película se presentó en el festival South by Southwest en Texas, con buena recepción del público y la crítica. Y aunque todos los preámbulos indican que operará como versión extendida de un sketch del programa de Schumer, tan desopilante y desvergonzada como se espera, también es una propuesta personal donde pasea sobre algunas temáticas sensibles de su propia vida, como la enfermedad de su padre o la íntima relación con su hermana menor. “¿Vestís así a tu esposo para que nadie más quiera tener sexo con él? Sos una genia”, le dice Schumer en una escena de reunión familiar. La idea fuerza es que la comediante se permite mezclar la impronta más crítica y desfachatada que caracteriza su sentido del humor con temas más sensibles, quedando manifiesto que también hay valentía en tomarse con un humor feroz los desgarros más personales. Y por supuesto, charlar sobre ser una chica exitosa y autosuficiente, y sobre ese suceso que es enamorase durante la irreverencia y el descreimiento característico de su propia era. “El chico con el que dormí anoche me está llamando ahora, debe ser un enfermo. ¿Me está llamando a propósito? Creo que llamaré a la policía.”

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