Domingo, 30 de agosto de 2015 | Hoy
VALE DECIR
El año pasado, neurocirujanos germanos publicaron una investigación en la revista médica británica The Lancet donde advertían los peligros del headbanging; léase, “la forma de danza contemporánea que consiste en movimientos de flexión bruscos de la cabeza al son del rock&roll, más frecuentemente del género heavy metal”. Tras analizar el caso de un fanático de Mötorhead propenso a la práctica crónica, concluían que el headbanging podía provocar hematomas subdurales, lesiones cerebrales. Dato que cualquier espectador de Beavis and Butthead intuye desde los ‘90... Como fuera, aquella información no pareciera haber desalentado al artista Jacob Ehrbahn, un fotógrafo danés más preocupado por captar “el sorprendente momento en que los headbangers abandonan toda apariencia de vanidad y se rinden al ritmo” que suscribir al potencial riesgo de sacudir la melena. “Transportar a este mundo íntimo, desconectado del tiempo y el espacio; a un universo en el que es posible trascender el frenesí y entrar en un estado alterado que trae calma, alegría y alivio”, es la autoimpuesta meta de este residente de Espergaerde y su de serie (devenida venidero libro) Headbangers. Una oda metalera que presenta retratos de hombres y mujeres en pleno trance, amén de presenciar shows en variopintos festivales europeos: Copenhell, en Dinamarca; Wacken Open Air, en Alemania, Metaltown, en Suecia; etcétera. En fin, lo que se dice “exultante arrebato en estado puro”.
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