Verity (2012), la controvertida estatua de una mujer embarazada con los órganos al viento de Damien Hirst, alegoría moderna –según su autor– de verdad y justicia, ha vuelto a “levantar ampollas”, con perdón de la españolada. Involuntariamente, dicho sea de paso; en tanto no ha sido el artista británico quien la ha vuelto a poner sobre el tapete sino la música, compositora, autora y performer norteamericana Amanda Palmer. Ocurre que, el pasado 20 de agosto, la dama –embarazada de ocho meses– decidió emular la pieza, pintando sobre su curvatura las cinceladas de Hirst, posando cual señora de bronce sobre un pedestal de libros, escindiendo espada y ukelele. Así, cubierta únicamente por cuidadoso bodypainting, Palmer dispuso creatividad, tiempo y paciencia (finalmente, tanto detalle bosquejado lleva tiempo) para una causa noble: la alfabetización temprana de los niños. Porque la puesta en escena fue organizada por la Biblioteca Pública de Nueva York, con el finísimo fin de recibir donaciones de libros para chicuelos pequeños (de 3 a 5 años) de bajos recursos.

“Gracias por haber participado y ayudado a que esta mierda rarísima fuera posible; a veces el mundo es increíble”, anotó la elocuente Amanda en el sitio Patreon.com, web crowdfunding donde, de marzo a la fecha, recibe dinero de anónimos que financian sus tracks, films e intervenciones. Por lo demás, “Verdad y Consecuencias” (tal es el nombre de esta versión “viva” de Verity) resultó ser un éxito, y será su última performance que realice hasta que nazca su inminente primogénito, pergeñado con su marido, el escritor inglés y futuro papá Neil Richard Gaiman (autor del comic The Sandman, entre otros). Nada mal para la “santa patrona de la literatura infantil”, como ya la proclaman sus fanáticos, fervientes seguidores de sus variopintas propuestas.