Antes de escuchar los demos de Presión social, Lucas me describió el disco como “el último y peor de la saga”. Y yo le creí. La verdad no me importaba si era el mejor o el peor, para mi era un privilegio formar parte del proyecto y confiaba en que en algún momento de su realización la magia y la belleza iban a revelarse ante mí (aunque no creo que “belleza” sea el mejor adjetivo para describir estas canciones; honestas, crudas, frágiles y fuertes quizás les queden mejor). Luego de dos años y con el disco terminado puedo asegurar que Lucas estaba equivocado y quizás sea el mejor de la saga. De a poco descubrí de qué hablaba cada tema, empecé a ver el hilo conductor del disco, la “presión social” propiamente dicha, que nos afecta a todos de diferentes maneras. Todas cosas que Lucas prefiere no explicar en forma explícita, aunque ésta vez dejó deslizar que había una canción para su pequeña hija (y que hace llorar a mi novia cada vez que la escucha). Todavía no deja de sorprenderme que exista alguien que pueda proponerse escribir temas como “Cara Tapada” en un contexto pop y salir airoso, pero de esos hay muchos ejemplos en su discografía. No me gusta recomendar a otro la manera de escuchar música, pero Presión Social no es de esos discos que funcionan solamente con poner play. Necesita que cada uno tome el rol activo que “el gran desconocido popular” nos propone; tiña las canciones con sus vivencias; y encuentre sus propias maneras de identificación y transformación. Hay un lugar para estos temas, sólo es cuestión de tomarlo (definitivamente Lucas no subestima a sus oyentes, ¡tiene grandes esperanzas en ellos!). Denle un tiempo (¡son 20 temas!), no se apuren en juzgarlo y quizás empiece a revelarse ante ustedes como me pasó a mí. Pienso que el tiempo es el mejor aliado que tiene la música de Lucas.